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viernes, 12 de junio de 2015

Con esta cuarta publicación de entrevistas finalizamos la serie encomendada para celebrar los dos años del Centro Cultural Carlos Guillermo Plaza, SJ, donde laboran técnicos y profesionales de la Biblioteca UCAB que suman más de 24 años se servicio. Todos ellos son gente de las cercanías de la Universidad, especialmente de Antímano, todos ellos se identifican con la Católica como el lugar donde tuvieron oportunidad de crecer. A ellos agradecemos su dedicación, constancia y sentido de pertenencia. ¡Ah, y feliz cumpleaños!

El músico en la boda de Magaly fue el hermanito Lanz

Magaly pronto cumplirá las bodas de plata en la UCAB
Magaly Puente está muy apurada pues su esposo la va a recoger para llevarla al médico.  A pesar de la premura, había que conversar con esta merideña, la cuarta de la generación de los Puente (uno fallecido hace muchos años que laboró también en Biblioteca; Tomás, jubilado de la escuela de Economía y Beatriz, secretaria, ya pensionada por sus años de servicio, excelentes trabajadores. Magaly siendo la menor dice enfáticamente “Vine sola a presentar mis pruebas en Personal hace 25 años, las aprobé y quedé contratada”.

Magaly es también de Antímano pero hace años se mudó a Caricuao. Ingresó a la UCAB en 1992 a la facultad de Derecho y allí trabajó cinco años, luego la destacaron a la Biblioteca como auxiliar. “Odalys y la Morocha fueron las que me enseñaron”.

––La vieja Biblioteca era más pequeña y más tranquila, ahora viene más público y es más bulliciosa por sus espacios abiertos, pero es más chévere.

Recuerdo mucho al padre Pérez Llantada (QEPD) y aprecio especialmente al padre Rafael Baquedano. “Me casó el padre Gustavo Sucre en la capilla del tercer piso y quien tocó el acordeón fue el hermanito Lanz. Tengo una hija de 29 años que se licenció en Educación hace siete años y una de 19 años que estudia Relaciones Industriales, las dos en la UCAB ¿Qué  hago en mis ratos libres? Pues yo soy muy tranquila y me ocupo de los oficios del hogar y cuando puedo me voy a Mérida a pasear”. 

40 años en “lo mejor que hay en la UCAB”

Contaban que en la vieja biblioteca salían espantos
El nombre completo de la morocha es Teodomira Olivier Rausseo, y es conocida en la Universidad Católica Andrés Bello tanto por compañeros, profesores, alumnos, egresados, jesuitas y autoridades, como –en sus ambientes- sus primos Carlos Olivier (el actor, tristemente fallecido) y Benjamín Rausseo, el Conde del Guácharo. Ella fue formada por su hermana, la bibliotecóloga María “Chalola”, una de las  personas más estimadas y gratamente recordada en la Biblioteca UCAB, que formó a generaciones de compañeros en las técnicas bibliográficas y en calidad de servicio.

La morocha ingresó a trabajar el 9 de septiembre de 1975, a lo que añade “El año que viene voy a cumplir 40 años, ¿qué tal?”. La directora para la época era Ana Fernández Ratto-Ciarlo, y Teodomira con los años fue ascendiendo de Auxiliar I a III. “Me he ganado los méritos. Mi formación fue de primera, todos mis certificados ‘más de 10’, son de la Biblioteca Nacional. Allí nos encontrábamos personal de las bibliotecas de la UCV, la Simón Bolívar, la Unimet y la UCAB, entre otras. Como decía mi hermana, que fue mi maestra, que la preparación era para el resto de mi vida. Las clases de ella todos las disfrutábamos porque era muy graciosa y su lenguaje era muy oriental, con groserías”.  

Todo es especial
--En la UCAB, mi hermana y yo hemos sido consideradas especialmente por todas las autoridades. Hemos visto profesores desde sus inicios y ahora están calvos, gordos y viejos. Lo que ha cambiado es el estudiantado en estos  últimos 15 años, bueno en la calle también. Pero me gusta trabajar con público, a pesar de los cambios en el trato,  pero hay que saber llevar a los muchachos pues la situación debe pesar en su conducta. “La Biblioteca es lo mejor que hay”. Nunca pensé que iba a trabajar en una edificación con esta categoría a la que todo el mundo le gusta. Per añoro la vieja porque allí fueron mis comienzos. Decían que había espantos que salían de noche, comentaban que era algún cura que movía las cosas. El ambiente cerrado daba para eso y más mientras los actuales son abiertos y amplios con aire acondicionado que nunca habíamos tenido, y también trabajamos con mucho optimismo.

Entre tantos afectos, aún me acuerdo del padre Salvatierra, era una bella persona y fue lamentable su muerte, también recuerdo al  padre Arruza. “¡Y cómo no nombrar a ‘los tres ligaditos’ que eran Sandoval, López Casuso y el padre Sucre!”. También quiero mucho a mi jefecito, durante 20 años, que fue Píriz Pérez. Ahora la directora es la profesora Mabel, considero que lo está haciendo bien, aunque tiene poco tiempo, pero con el favor de Dios le deseo mucha suerte porque esto no es fácil, “es un monstruo”, dice manipulando sus manos largas.

Me encanta el Parque Social
--En el Parque tengo muchas amigas; especialmente en Clínica Jurídica, donde me hacen los documentos. Allí están  Mayra Zamora y  Janesky Lehmann, ellas son simpáticas y bellas personas. A Bernardo Guinand lo conocí desde que era estudiante y es “otra bella persona, lástima que se haya ido”. Yo me veo en Santa Inés y voy a la farmacia a comprar los medicamentos.

¿Qué hago en mis tiempos libres?  Pues me voy a la playa porque me encanta el sol, nuestras amigas nos buscan a mi morocha Beatriz y a mí. Y en las vacaciones nos vamos con las sobrinas a Margarita o a Maracaibo donde tenemos a otra hermana y todos los diciembres viajamos a Puerto La Cruz. Mis padres eran de Río Caribe. También me gusta mucho tejer, y como todos-María Fernanda- tengo que hacer las colas para comprar. “¿Qué más, mija, dónde vamos a llegar?”, termina interrogándose la morocha Teodomira, que con su esbeltez y altura parece una guerrera espartana pero aliñada con la  dulzura y chispa oriental.


“Somos pretérito en la Universidad”

Pocos conocen la faceta de los jesuitas investigadores. Rafael Petit les conocía sus rutinas en la Biblioteca, como es el caso de Pérez-Llantada de Derecho; Basilio Tejedor, el lingüista (que no era jesuita); del grupo de Letras también concurrían fray Cesáreo de Armellada, el capuchino  investigador de lenguas indígenas venezolanas y el jesuita Jesús Olza; Arruza, de Filosofía y González Oropeza, el historiador.

"Santa Inés ha calado", dice Rafael
Rafael Petit es otra institución en la Universidad, personas como él, por sus años de ejercicio, no abundan en el campus. Él dice que la morocha le lleva solo 18 meses de ventaja. “Yo sí te puedo hablar de cambios cualitativos y cuantitativos en la Biblioteca. Cuando yo ingresé, el 1 de diciembre de 1977, éramos tan pocos que los dedos de las manos me sobran para contarnos: estaban las hermanas Olivier, la secretaria, la directora. Todo quedaba en el primer piso, salvo las revistas que estaban en el segundo. En el mismo edificio se ubicaban las oficinas del Rectorado, Vicerrectorados, Secretaría y Servicios Generales. Recuerdo que el padre Luis Azagra, del que era su amigo, cuando fue vicerrector administrativo se ponía muy molesto porque subían los estantes en el ascensor. Pero ya tengo planeado jubilarme el año que viene”, comenta en voz baja.

Yo también soy maestro normalista y fue un profesor de la UCAB quien me ayudó a conseguir una plaza en la Escuela Técnica Nacional de Seguridad y Protección Civil ‘Jorge Murat Sayegh’ en la UD3 de Caricuao, en 1994, en el horario matutino. Allí estuve 18 años en funciones como docente, encargado de la biblioteca y en actividades extra cátedra; es una institución premilitar, pero la situación política la cambió y cinco docentes nos acogimos a la jubilación”, dice pensativo.

“La morocha y yo, sí hemos palpado el cambio de la biblioteca manual a la digitalización. Con el padre Salvatierra hubo una transformación en la clasificación, aunque la apertura de las estanterías ocasionó pérdidas al fondo bibliográfico. Con Píriz Pérez creció la colección de libros y se aumentó la adquisición de revistas técnicas y especializadas. Ahora, la profesora Calderín empieza con ideas innovadoras al poner el Centro Cultural al servicio de las comunidades universitaria y externa, que es una política de la UCAB.

Anécdotas entre libros y Fundación Familia y Propiedad

––Había unos jesuitas investigadores (hoy pocos conocen esa faceta) que uno les conocía sus rutinas como es el caso de Pérez-Llantada de Derecho “quien vestía como un caballero inglés, de casimir y gabardina”. Él venía a consultar todos los martes en la mañana; Basilio Tejedor, el lingüista (que no era jesuita), acudía los jueves y viernes en las tardes; del grupo de Letras también concurrían fray Cesáreo de Armellada, el capuchino  investigador de lenguas indígenas venezolanas y el jesuita Jesús Olza. Recuerdo que el padre Tejedor estuvo cinco años investigando para su tesis doctoral y se la publicó la Presidencia de la República pero a él solo le dieron un libro y se quejaba, y yo, tres años después, le traje varias copias que me encontré en una donación de la Biblioteca Nacional al Banco del Libro. Arruza, de Filosofía, venía los lunes; González Oropeza del Instituto de Investigaciones Históricas que antes fue Centro de Lenguas Indígenas venía todas las tardes y se iba en las noches. Él fue asesor de Fronteras del presidente Caldera en su primer gobierno. Y me decía “Si me consigues tal libro (que estaba en un depósito de la donación ‘Simón Planas Suárez’  con fichero aparte), te regalo un cartón de cigarrillos, y yo no fumaba. Era de un humor especial”.

––Cuando asesinaron a monseñor Arnulfo Romero (hoy Beato) en El Salvador, el jesuita Luis María Olaso ofició una misa en el Módulo II, solo había cuatro. Había un grupo de estudiantes, en su mayoría de Derecho, y de clase acomodada, todos muy blancos, que vestían saco y corbata (que era la excepción) y  portaban estandartes con el logo de Tradición, Familia y Propiedad. Mientras Olaso daba la misa, estos gritaban histéricamente “curas comunistas”, y después corrieron hasta el tercer piso. No recuerdo quién fue que me dijo ´Quédate tranquilo que esos son cochinos de pared’.

Parque Social y política

––Yo soy de Antímano y he vivido siempre allí, conozco a la gente de los partidos y las ONG que trabajan en la zona. Cuando se fundó el Centro de Salud Santa Inés UCAB, vi a varios gritando improperios a través de la cerca. Al pasar tres o cuatro años, uno de esos vecinos me preguntó cómo podría ser exonerado para realizarse unos exámenes de urología. Le hice la diligencia y yo mismo lo acompañé el día de la consulta. “Es que el Parque Social y Santa Inés han llenado un vacío en el suroeste de Caracas. Somos privilegiados con tenerlos. Aparte solo están las Hermanitas de los Pobres con buenos servicios de diagnóstico y precios solidarios. Uno escucha en el Dispensario de Antímano o en El Algodonal, que le dicen a los pacientes ‘ese examen te lo vas a hacer en Santa Inés’, y mi esposa y yo, nos vemos también ahí. La gente viene del kilómetro 12 de El Junquito, de la urbanización Kennedy de Las Adjuntas en Macarao, de la carretera vieja de Los Teques, del sector El Matadero; muchos pagan carreras a los choferes de las rutas troncales de La Vega para llegar temprano. Uno lo ve, uno habla con la gente: Santa Inés ha calado”, opina con propiedad.

Rafael dice haberse casado “viejo”, a los 36 años. Tiene un hijo que estudia tercer año de Derecho en el campus y una hija egresada de la escuela de Educación en Pedagógicas. Camina dos o tres veces por semana y comenta “que por la situación que se vive, sale con su esposa a buscar lo poco que se consigue”.

Nos recuerda la foto que acompañó a un artículo de Laureano Márquez en Tal Cual cuando estuvo en Tel-Aviv y había de todo en los anaqueles, y hasta Harina Pan. “En los setenta, muchos querían venirse a Venezuela a vivir y ahora es lo contario; uno conoció a otro país. Esto es lamentable”, afirma Rafael Petit. 


Entrevistas e imágenes: María Fernanda Mujica Ricardo


lunes, 8 de junio de 2015


Presentamos la tercera tanda de entrevistas a profesionales y técnicos de larga trayectoria en la Biblioteca UCAB, hoy situada  en el Centro Cultural padre Carlos Guillermo Plaza, que está de aniversario.  

Los retos de Nicolasa

A Nicolasa le encanta la sala de lectura infantil
“Recuerdo con emoción cuando comenzamos con la digitalización y fui la primera en colocar una tesis en acceso abierto para que todo el mundo pudiera leerla, desde cualquier lugar del mundo”.
Nicolasa Martínez explica sobre los sistemas que utilizan en las bibliotecas. Ella los aprendió cuando ingresó a Procesos Técnicos en la Biblioteca UCAB en septiembre de 1992. “Tenía una tarea que era pasar el material que estaba procesado por el sistema Dewey al sistema LC e ingresarlo al sistema NOTIS, método que compartíamos con la Biblioteca Nacional”.

Una larga trayectoria
–- Suplí al bibliotecólogo Mario Bastidas que se fue de la Biblioteca porque se mudó al interior. Desde ese momento, no solamente me encargaría de procesar el material sino que asistí a las licenciadas Taidé Balza y María Olivier (alias Chalola). Para ese entonces, el director era el padre Carmelo Salvatierra s.j. con quien logramos hacer un magnifico equipo. Cuando cesa en sus funciones, quedamos a cargo de la vicerrectora académica, Maritza Barrios, y de las bibliotecólogas, Taidé y María. Después es nombrado el profesor Emilio Píriz Pérez, director, y desde su llegada nos propusimos tener un  edificio especial para Biblioteca y lograr un uniforme para el personal. Primero cambiamos del sistema DEWEY al sistema LC. Con cambios técnicos logramos que los libros de poco uso o de data un poco antigua también se pudieran consultar. Fui encargada de la Sala de Reserva donde compartí con un grupo muy bueno que siendo solo bachilleres se preocuparon mucho por la sala, se leían los libros que llegaban y daban una correcta información al usuario. Y también recuerdo los adornos navideños que hacíamos y que todos admiraban.

Cuando María Olivier sale jubilada, me encargan la Sala de Tesis, Referencia y Publicaciones Periódicas, y  allí también me encontré con gente muy trabajadora. Coordinaba no solamente el servicio público sino también el proceso de las Tesis de grado y publicaciones periódicas que llegaban al servicio directo para las escuelas. Teníamos tiempo para todo. Recuerdo con emoción cuando comenzamos con la digitalización y fui la primera en colocar una tesis en acceso abierto para que todo el mundo pudiera leerla desde cualquier lugar del mundo. Al retirarse Taidé por años de servicio, se crearon dos coordinaciones, la de Adquisiciones y la de Biblioteca en general. Me quedé con la coordinación de Procesos Técnicos, la del primero y segundo pisos y los cubículos de estudio grupal, que eran parte del servicio al  público.

Del viejo al nuevo edificio
––Me tocó coordinar la mudanza de los libros de la vieja a la nueva edificación. “Fue un maratón que realizamos, como todo lo que hacemos, con mucho amor y con mucho entusiasmo. Y el año pasado tuvimos otro reto al  inaugurar la Sala Sofía Imber. Y en el 2015-con más tranquilidad- abrimos la Sala Infantil ‘La Pulga y el Piojo’. Fue muy emocionante poder ofrecer un servicio para los más pequeños, e incluir a los niños  comunidades cercanas”, dice con entusiasmo Nicolasa.

––Pienso que nuestro grupo no estaba preparado para un cambio tan radical con estanterías abiertas y todo el público prácticamente alrededor de uno. Además de tener que estar pendiente de los libros y de visualizar bolsos por la falta de seguridad. Esto nos  creó mucho stress y descontento. Gracias a Dios, todo cambio es bueno y hemos decidido salir adelante. Una cosa muy positiva es que ya veníamos pensando en el cambio de la web, redes sociales y aquí se consolidó. Estoy muy satisfecha con que nuestros espacios artísticos se abran  para todo el público visitante.

De la vieja Biblioteca añoro que algún día podamos contar con usuarios como los de antes. Retomar el control de los beneficiarios que aquí creen que están en un lugar tan libre que no existen normas mínimas de convivencia, como es respetar el derecho que tenemos a estudiar en silencio. No queremos la anarquía, pues a mediados del año 2015,  hay estudiantes  que no entienden que esto no es un comedor o que no se puede acceder con el carné de otro, o  en fin, hacer lo que les  venga en gana. Pero igualmente, seguimos dispuestos a ayudar y  guiar a los muchachos.

Para mí trabajar en la UCAB  y específicamente en la Biblioteca es como estar en familia. Todos  sabemos hay diferencias de pensamiento, pero hay aprecio entre todos. Y de mi parte, admiro la entrega que hace nuestro personal para realizar esta tarea, aunque falta bastante por hacer.

Nicolasa habla mucho de su trabajo, pero para finalizar le pedimos que diga lo que hace en su tiempo libre: “Lo dedico primeramente a mi familia, a cuidar mis maticas y  a ver una que otra película”.

Formación
Nicolasa estudió Bibliotecología en la UCV. “Desde estudiante he sabido que ‘Todo lo que Dios nos manda es bueno y ayuda’. Perdí físicamente a mi padre y tuve que alternar mis estudios con el trabajo para ayudar en mi casa. Me levantaba bien temprano y me acostaba lo más tarde que aguantaba (siempre he vivido en los Valles del Tuy).  Gracias a Dios nada de eso me ha amargado, solo he salido adelante como dicen, y yo me lo creo.  Todos mis cursos de actualización profesional los he hecho en la UCV.  Mi trabajo de grado fue Mención Publicación y fue editado por la  Academia Nacional de la Historia”.


Odalys Monzón agradece a la UCAB por su crecimiento personal

El Centro Cultural y la Biblioteca UCAB está formado por gente muy trabajadora oriunda de la parroquia de Antímano. Podemos afirmar que al  fundarse la Católica en la zona, esta se convirtió en una plaza de trabajo muy importante. Unos a otros se fueron pasando la voz y recomendando a amigos y parientes.

Odalys es una dama en atención
Odalys es una mujer muy linda, de piel muy blanca y que se siente plenamente feliz por formar parte de la Biblioteca. “Vivía en Antímano y mi hermana era concuñada de Carmen Graciela Donis,  bibliotecóloga. Un día me atreví a pedirle que me consiguiera una planilla en Personal. La llené y la puse como referencia y desde ese momento, el mundo se me abrió como bien me lo había dicho Carmen Graciela. A las fracciones de segundo de haber entregado la planilla me llamaron para que hiciera una prueba de mecanografía, era enero de 1983, me la hizo la señora Maite Garitaonandia-jefa de Personal- y consistía en leer un párrafo de un libro e inmediatamente copiarlo en la máquina de escribir. Luego me entrevistó el padre Salvatierra y me preguntó si tenía experiencia, yo le dije que había trabajado en la Librería Gema en el Centro Comercial Chacaíto y él me  respondió ‘Es algo diferente´. Yo estaba súper asustada como toda nueva. Aquí volví a ver al famoso Cuentacuentos que ya lo había conocido en la librería en Chacaíto”.

––Mi gran amiga la morocha también la encontré aquí. Recuerdo cuando me dijo ‘Estoy a tu entera disposición para todo lo que tú quieras aprender, y me notificó que en la tarde iba a conocer a su hermana que era la coordinadora, su apodo era Chalola. En ese tiempo la Biblioteca era de estantería abierta y los becatrabajo también me ayudaron.

Chalola me entregó en el turno vespertino dos grupos de fichas grandes, una en sistema Dium y otra en LC para que las ordenara. Entonces, me pasó a secretaria de canje y allí compartí con Edgar Molina, que está todavía en el Instituto de Investigaciones Históricas. Entre los dos iban a escoger quién trabajaría con el padre Hermann González que tenía fama de tener carácter fuerte. ‘Yo estaba muy asustada porque era una muchacha de 22 años, pero de la época’. Después llegó Morella Duarte a la que me correspondió entrenar, a ella la ascienden a secretaria de canje y a mí a Procesos Técnicos. En esa área estaban las licenciadas Taidé Balza y Mario Bastidas, y la auxiliar Mirna Ríos, y también trabajaba Cheíto Puente que era un gran amigo y me enseñó muchas cosas.

El Centro Cultural Carlos Guillermo Plaza, SJ
––Ahora hay más tecnología y nos estamos convirtiendo en trabajadores integrales porque no nos quedamos estancados. Me siento ‘bien fino’ en mi nuevo Centro Cultural. Yo trato de disfrutar lo máximo desde que llego a las 7 de la mañana hasta que salgo porque Chalola nos enseñó a ser responsables y a compartir nuestros conocimientos, y debo dar gracias a Dios por todo lo que ella nos legó. Ser la bibliotecóloga no la hacía distante para nada, todo lo contrario, no le gustaba que le dijeran licenciada.

Del Parque Social tengo muchas personas queridas. Primeramente, mi asesora jurídica Janesky Lehmann quien me guio en todos mis cuestiones personales que implican legalidad, igual las profesoras Mayra Zamora y María Fernanda Innecco. Allí también han ido todos mis hermanos a buscar asesoría jurídica. Y cuando uno presenta los informes de Clínica Jurídica y de Santa Inés en otros lugares, se quitan el sombrero, cuenta Odalys con orgullo.

“Tengo dos hijos varones, Armando Antonio que es egresado ucabista en Educación Ciencias Pedagógicas y Alejandro Antonio que estudia Relaciones Industriales. Son muy buenos hijos, me ayudan en la casa y son mi gran fortaleza. Mi pareja trabaja en la Dirección de Tecnología Informática (DTI) y se llama Eduardo Tavares. Existe una relación muy cercana entre Eduardo y mis hijos, al segundo lo conoció siendo bebé y hasta su mamá se considera abuela de mis hijos. Siempre que podemos, viajamos a Maquigua en el estado Falcón donde mi suegra tiene una casita en la playa. Si al carro nos responde, nos vamos. Parezco al fantasma Gasparín por lo blanca pero mi padre era de tez morena. Somos diez hermanos, siete hembras y tres varones. El único que ha fallecido es mi papá. Me fascina estar con mi familia.

El año que viene me condecorarán por 30 años de servicio, y nunca voy a dejar de agradecer a la Universidad por mi crecimiento laboral y espiritual. Sentí mucho la muerte de mi padre Salvatierra, quiero otro tanto al padre Rafael Baquedano y de Ricardo Márquez- que lastimosamente se fue del país- nunca olvidaré sus valiosos talleres de ayuda personal, finaliza Odalys.


Miriam González con 29 años en Biblioteca

Nunca se me podrá olvidar cuando el  padre Salvatierra marcaba con los pies los espacios para meter más estantes y poner más libros. Y el estilo gruñón del jesuita Hermann González Oropeza que escondía un  corazón muy generoso.

Miriam recuerda a sus jefes
Miriam González es una mujer muy arreglada, diríamos que coqueta. Ingresó a la Biblioteca de la UCAB, el 12 de febrero de 1986, y ya cuenta 29 años en el campus. Como todo el personal, su formación se debió también a los cursos formativos que recibió en la Biblioteca Nacional, enviada por la UCAB.

Es de Antímano, había estudiado el bachillerato con Vestalia Andrade (quien fue secretaria durante muchos años de los vicerrectores administrativos y es jubilada de la institución). Como Vestalia ya tenía cinco años  trabajando  en la Católica, le pidió que le consiguiera una planilla en Personal. “Quedé como secretaria pero realmente el rol que cumplía era el de auxiliar de Biblioteca. Fue la Morocha la que me formó y por igual su hermana Chalola, que en paz descanse. En el viejo edificio, trabajábamos todos apretaditos y éramos muy unidos. Recuerdo que el  padre Salvatierra marcaba con los pies los espacios para meter más estantes y poner más libros. Esto nunca se me podrá olvidar. Luego llegó Píriz Pérez como director. Él estuvo siempre al pie del cañón y defendía a su personal. Los dos años con Mabel Calderín han sido buenos, pero aún tiene poco tiempo. Gracias a ella hemos logrado la galería de arte, la sala de lectura para niños a la que por cierto, hace días, vinieron mis nietos a una actividad y se fueron muy felices. Como el Centro es tan espacioso, a la profesora Mabel  le ha tocado encarar cambios con el personal pues la nueva infraestructura es muy amplia y abierta, y se necesitan no dos sino cuatro ojos para vigilar y tenemos que movilizarnos para supervisar las salas. Sí tenemos ayuda de los beca pero después que los enseñamos  se van y hay que volver a comenzar”, describe Miriam.

“Yo conocí a Ángel Finocchiaro desde que era estudiante y recuerdo cuando él junto a su hermana preparaban su tesis en Relaciones Industriales, también me acuerdo de Juancito Gómez desde que estudiaba Filosofía y vi graduarse a Rafael Ortíz, han sido muchos los que tratas cuando son alumnos y luego los ves laureados y trabajando. Y de los jesuitas, jamás podré olvidar al padre Hermann González Oropeza. Era muy gruñón pero de corazón generoso. El Instituto de Investigaciones Históricas quedaba en la planta baja del edificio. Todavía vienen mucho a consultar los padres José Del Rey y Jesús Olza”.

Lazos con el Parque Social
––Vi nacer al Parque Social, y a Bernardo Guinand lo conocí desde estudiante. Es una persona muy trabajadora y sencilla. Lástima que se haya ido. Mis médicos son los del Centro de Salud Santa Inés, y mi sobrina, que se llama Carolina Sánchez, trabaja allí. Me gustan sus áreas verdes tan parecidas a las del campus. Su  gente es muy amable, siempre atiende con una sonrisa en los labios, sean enfermeras, médicos o el personal de administración. Y debo nombrar a Clínica Jurídica donde me han atendido Janesky Lehmann y Verónica Valenzuela, finaliza Miriam González con casi 30 años de sello ucabista.

Continuará.

Texto: María Fernanda Mujica.
Fotos: Ana Gabriela Páez.

viernes, 29 de mayo de 2015

Presentamos la segunda tanda de entrevistas a profesionales y técnicos de larga trayectoria en la Biblioteca UCAB, hoy situada  en el Centro Cultural padre Carlos Guillermo Plaza, que está de aniversario.  

Sonia Godoy


“Soy ucabista 100%”


A Sonia Godoy Tovar la deben conocer muchos en el campus, físicamente no ha cambiado casi nada en los largos años que lleva en la UCAB. Se podría decir que es oriunda de La Colonia Tovar por sus ojos claros, tez blanca y pelo rubio, pero no, es de ­aquí cerquita,  de Antímano. Escoge el lugar del cuarto piso del Centro Cultural Carlos Guillermo Plaza, SJ para fotografiarse porque dice “Me gusta todo el edificio porque es una estructura muy moderna, con espacios abiertos con mucha luz para estudiar y sus jardines son bellísimos, y cada día que pasa, el Centro crece mucho y lo que le falta”. 


––Es que fíjate, este  es otro mundo. Me gusta mucho mi trabajo y aquí he aprendido mucho. “Yo soy 100% ucabista y daré de mí lo que más pueda para el bien del Centro Cultural”, dice con un tono de voz seguro.

A Sonia Godoy le encanta el edificio
Desde 1981, Sonia trabaja en la Universidad Católica, dice haber ingresado gracias a que Renata Da Silva que era amiga de su hermana le comentó que buscaba una asistente y ella vino a Montalbán, presentó las pruebas y fue escogida. Narra que la  oficina de Administración la conformaban “Francisco Ojer, Raúl González, Renata y yo, pero con el pasar de los años debió crecer y hubo muchos cambios. A mí me trasladaron para Biblioteca cuando el profesor Píriz Pérez era director, y aquí, debo tener como 11 años laborando. Primero entré a Procesos Técnicos y luego me solicitaron para Adquisiciones”.


––Quisimos saber si Sonia acude a los servicios que presta el Parque Social UCAB.

--El Parque Social es un ente muy importante para la Universidad. Recuerdo que antes esos terrenos eran “monte y culebra, y ahora tiene unos jardines bellísimos, la gente es muy cordial, las construcciones son modernas, y gracias al convenio de Santa Inés con la UCAB, nosotros los trabajadores gozamos de unos precios muy accesibles. Anualmente en agosto me hago mi chequeo médico en Santa Inés y me gusta. “Me realizo todos mis exámenes  en un día o dos y salgo feliz y satisfecha”, comenta en forma expresiva.


Pero Sonia, como todo el equipo del Carlos Guillermo Plaza, que acude con sus nuevos uniformes azul marino al recinto, tiene su vida propia al terminar la  jornada, aunque ante la pregunta sobre qué le gusta hacer en su tiempo libre, repregunta “¿Y vas a poner eso?”. Pues sí, Sonia entre lunes y viernes, vive en el hogar de sus padres en Antímano para acompañarlos porque son bastante mayores, pero los viernes, es a sus hermanas que les corresponde cuidarlos. Entonces, Sonia arranca feliz para su casa en la montaña en El Junquito donde vive con su esposo, y juntos los fines de semana, van al pueblo a comer fresas con cremas, a realizar las compras o a tomarse unas cervecitas. Pero lo que más le gusta a ella es cocinar y descansar,  porque eso sí, los dos son muy caseros y en su hogar se olvidan de todo. Y afirma con orgullo “Mi marido y yo, tenemos 30 años juntos, entre noviazgo y matrimonio”.

Mario Méndez
“Tengo que velar por el patrimonio de la Universidad y de nosotros, esto es para todos”


Mario Méndez es de Santa Ana
Mario Méndez es muy serio cuando transita en los pasillos de la Biblioteca. Tiene el pelo muy canoso y usa unos anteojos de montura gruesa. Es el segundo de los entrevistados del Carlos Guillermo Plaza que también es educador y ejerce su  segunda profesión, en las mañanas, en la Escuela  Básica Nacional Antonio Lauro, que está situada en el sector Peña Tovar de Carapita. “Me gustan muchos los libros que dejan algo, que nos ayudan a mejorar, que tienen moraleja como Juan Salvador Gaviota. Lo he indicado como lectura a mis alumnos de 6to grado y les gusta mucho. Le doy clases a un niño que sufre autismo y busqué ayuda en la Unidad de Psicología  del Parque Social donde lo atendieron y avanzó mucho en la escuela, y la madre aceptó el problema de su hijo”.


Cuenta que cuando se inició en la Biblioteca,  su horario era de 7 am a 12 del mediodía y de 4 de la tarde a las 9 de la noche. “Le pedí modificación de horario al director, padre Carmelo Salvatierra, y no me lo concedió, entonces yo me fui, y regresé cuando el profesor Píriz Pérez era el nuevo director quien me dijo ‘Mete los papeles’. Fue José Ferrer-de Biblioteca- el que me avisó que había vacantes. Ya a los tres días estaba trabajando de 2 de la tarde a 9 de la noche. Gustavo Jiménez y yo, somos contemporáneos. Recuerdo a las bibliotecólogas, Taidée Balza quien me ayudó mucho, también a María Olivier, conocida como Chalola, quien era muy estricta con el trabajo. El primer día me entregó un archivo y me preguntó ‘¿Te sabes el alfabeto’? y me puso a ordenar el fichero. Gracias a ellas y a Omar Albarrán y Römer Ramírez –que labora en Recursos Humanos, yo pude licenciarme en Educación en la UCV,  pues siempre me facilitaron el cambio de horario para que yo estudiara”.  También citó a Carmen Graciela Donis, que se acaba de jubilar como la gente que aprecia, y a muchos otros  más, pero en especial a sus compañeros de piso, incluyendo a la becatrabajo.


Los espacios
––El Centro Cultural es muy bonito, los estudiantes deberían sentirse orgullosos de gozar de las ventajas que el viejo edificio no tenía. Hay aire acondicionado, wifi; ellos mismos pueden buscar en las estanterías los libros y el ambiente les facilita el estudio, pero hay muchos que nos aprovechan los recursos. Hemos encontrado libros escondidos y rayados, a gente comiendo, y se molestan cuando les llamamos la atención: ‘Que si yo pago’ contesta alguno. Este edificio proyecta una imagen corporativa pues aquí viene gente de afuera a consultar, y nosotros los referencistas le debemos dar respuesta, también acuden  a foros, charlas y exposiciones. Hay que cuidarlo, no vaya a pasar aquí como en  el  edificio Cincuentenario que está muy descuidado, sobre todo la mezzanina. “Mi deber es velar por el patrimonio de la Universidad y de nosotros, esto es para todos, y creo que aquí vamos a necesitar más gente para supervisar”, dice seriamente.

Mario recuerda con mucha alegría el primer diciembre que pasaron en el nuevo edificio, y para celebrar la Navidad, todos contribuyeron e hicieron una fiesta con la nueva directora. 

Méndez es de la parroquia Antímano, de Santa Ana. Allí nació, creció, conoció a su esposa, Sonia García, que también trabaja en el Centro Cultural. Tienen dos niños: uno de 7 años y una de 12. Con su hijo varón comparte mucho, vuelan papagayos, ven comiquitas, comparten el reguetón en las fiestas que hacen en su casa. Él, como casi todos los entrevistados, dedica mucho de su tiempo libre a las compras junto a su mujer.

Rafael Quintana
El entusiasmo de Rafael

Rafael está entusiasmado con los proyectos de la biblioteca
Rafael Quintana es todo un personaje en Biblioteca. Siempre le bullen las ideas y desea entusiasmar a los demás con ellas. Si no está en su oficina en el cuarto piso, está supervisando alguna sala. Es bibliotecólogo, egresado de la UCV y tiene muchas historias que contar.

––Yo vivía en Antímano y estaba en búsqueda de mi primer empleo y lo conseguí en la Biblioteca de la UCAB, gracias a que la licenciada Carmen Graciela Donis me trajo a hablar con el padre Salvatierra.  A la par, estudiaba Ingeniería Industrial en el Luis Caballero Mejías, inmediatamente me chocaron los dos horarios y tuve que renunciar al mes. Pero después del Caracazo en 1989, la situación se tornó muy difícil y me costó encontrar trabajo. Acepté la realidad cuando el padre Salvatierra –a regañadientes- me dio una segunda oportunidad y retiré materias para poder trabajar en el horario de 9 am a 12 del mediodía y de 4 a 9 pm. Pero al tiempo logré el cambio de 2 de la tarde a 9 de la noche.

Chalola fue mi mentora, como se me dificultaba la Ingeniería y me gustaban las materias gerenciales, fue ella quien me dijo “pero chico, por qué no te sinceras, estudia Bibliotecología, ya trabajas en una”. Y empecé la carrera entre 1992- 93, a los dos años de haberme reincorporado a la UCAB. Cuando me gradué, fue el profesor Píriz Pérez quien me gestionó mi cargo como profesional en Biblioteca y desde ese momento, comencé a vincularme, aparte del área de servicios, con el de procesos técnicos y adquisiciones.

–– ¿Cuáles son tus responsabilidades?
––Soy coordinador de servicios al público en el turno de la noche y apoyo la sección de Procesos Técnicos. En las mañanas trabajo en la Biblioteca de la UCV y allá soy jefe de Procesos Técnicos desde 1998, allí fui escalando desde jefe de catalogación. Aquí en la UCAB cursé la maestría en Gerencia de Recursos Humanos donde las áreas que más me han gustado son el liderazgo y el emprendimiento. La profesora Elizabeth Martínez fue mi tutora y ahora ella me manda esos estudiantes que sufren del “Todo menos tesis” para que los ayude. He hecho cantidad de cursos y mi deseo es relacionarme con el área de Bibliotecología para poder aportar soluciones al nuevo espacio del Centro Cultural. Una de las ideas de la profesora Mabel es lograr que los bibliotecólogos, aparte de su labor técnica y de supervisión, puedan dedicarse a la investigación. Estoy muy entusiasmado con los cambios porque compartimos los bibliotecólogos una visión conjunta, todo bajo un clima respetuoso.

Atletismo
 “En el último chequeo laboral, me  salieron altos una serie de valores y me cansaba al subir unas escaleras. Fue el doctor Gutiérrez el que me vio en Santa Inés y me dijo que debía realizar ejercicios. En el Centro tenemos todos un trato preferencial, también voy a Fundafarmacia para comprarle los medicamente a mi mamá que es diabética, y debo  consultar pronto a un otorrinolaringólogo. “Así que me inicié haciendo dos vueltas en el en el Olímpico, y ahora puedo dar hasta 12 vueltas sin sentir la menor fatiga”.  

José Ferrer
“Desde el 23 de febrero de 1989 y hasta el sol de hoy, trabajo aquí”

A José Ferrer le falta la tesis para ser bibliotecólogo 
Encontramos a José Ferrer en el primer piso del Centro Cultural. Es alto y tiene un bigote negro que lo caracteriza. Antes de iniciar la conversación se desahoga hablando de lo difícil que es hacer ahora las compras de los comestibles y otras necesidades básicas. Y le comentamos  que a sus once compañeros del edificio les pasa lo mismo, pues muchos han contestado que sus tiempos libres se lo dedican a pasear por mercados, automercados, farmacias, etc.

José es de Mantecal, estado Apure y toca las maracas. Sus padres viven en San Fernando de Apure y un hijo que tiene 26 años. Se vino a la capital a estudiar Farmacia en la UCV y aprobó tres semestres. Allí trabajó en la Biblioteca Central dos años, desde 1986 hasta el 88. “Estuve un año desempleado, y una vecina que estudiaba Ciencias Sociales en la UCAB y era becatrabajo de Biblioteca, me avisó que estaban buscando personal. Vine y me dijeron que hablara con el padre Salvatierra y me contestó ‘Quiere trabajar, entonces quédese’. Eso fue el 23 de febrero de 1989 y hasta el sol de hoy, cumplo el horario de 2 de la tarde a 9 de la noche”.

––La Biblioteca vieja era más pequeña, esta es de estantería abierta, pero para mí son tan espaciosas que se necesitan más de dos personas para vigilarlas. Sobre todo la de Ingeniería, pues sus estudiantes echan mucha broma. Pero sin duda, la atención y sus espacios han cambiado para mejor. Tiene mucho que ver la rotación del personal que ha realizado la  profesora Mabel  “pues de esta sala no ha recibido quejas y eso que es una de las más fuertes”. Cuando hay parciales esto se llena de alumnos”.

Ferrer estudió Bibliotecología por sugerencia de un amigo que trabaja en esta área, y en 2001 terminó  todas las materias. Tiene pendiente la tesis para obtener la licenciatura. “Yo estudié con Rafael Quintana”, comenta.

José dice que en el Centro de Salud Santa Inés UCAB se efectúa sus exámenes de rutina, y que recomienda a sus amigos los servicios de salud, Clínica Jurídica y la Unidad de Psicología.  Camina todas las mañanas en Montalbán y hace ejercicios en las máquinas, por dos horas. Otras veces sale a recorrer qué encuentra por allí y cuando regresa a su casa revisa la prensa digital que es algo que le gusta mucho. Vive en Antímano con su esposa y la ayudó a criar a sus tres hijas que “siente como suyas”. Ya dos se casaron y queda solo una en casa.

Entrevistas María Fernanda Mujica Ricardo
Fotos MFMR y María Eugenia Naranjo.