Las Hermanitas de los
Pobres de Maiquetía ante la gran crisis de salud en Venezuela
TODO
POR JESÚS
“Vengan benditos de mi
Padre, reciban el Reino, porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me
dieron de beber, anduve forastero y me dieron alojamiento, estuve enfermo y me
visitaron…” (Mt 25, 35-36).
Somos
una Congregación que nació hace 127 años en nuestra Patria, cuya misión es
“trabajar en la extensión del Reino de Dios mediante la asistencia a los pobres
y el cuidado de los enfermos en hospitales y demás instituciones de
beneficencia, y la educación cristiana de la niñez y de la juventud carentes de
los suficientes recursos económicos… (Constituciones HPM, Nº2). Por tanto, las
Hermanitas de los Pobres de Maiquetía no somos una mera Institución de
prestación profesional, sin fines de lucro, sino que buscamos hacer visible los
valores del Evangelio, de promover la salud, curar, sanar a los pobres,
enfermos y necesitados (Cf. Constituciones, Nº40).
Empezamos
por recordar que la Organización Mundial de la Salud ha puesto en marcha la
Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y se compromete a trabajar codo a
codo con sus asociados de todo el mundo para alcanzar estos nuevos objetivos.
La Agenda, que retoma los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), tiene un
alcance y una ambición sin precedentes. Se mantienen algunas prioridades como
la erradicación de la pobreza, la salud, la educación, la seguridad alimentaria
y la nutrición, pero se establece además una amplia gama de objetivos
económicos, sociales y ambientales y se prometen sociedades más pacíficas e
inclusivas.
La
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en su artículo 83
manifiesta que “La Salud es un derecho fundamental, obligación del Estado, que
lo garantizará como parte del derecho a la vida. El Estado promoverá y
desarrollará políticas orientadas a elevar la calidad de vida, el bienestar
colectivo y el acceso a los servicios. Todas las personas tienen derecho a la
protección de la salud, así como el deber de participar activamente en su
promoción y defensa, y el de cumplir con las medidas sanitarias y de
saneamiento que establezca la ley, de conformidad con los tratados y convenios
internacionales suscritos y ratificados por la República”.
Como
responsables de la dirección y administración de cuatro hospitales católicos en
el país, el primero de ellos fundado por el Padre Santiago Machado el 22 de
abril de 1888, en Maiquetía, ante la situación grave de salud en Venezuela
manifestamos nuestra
preocupación,
pues cada día se nos dificulta hacer realidad nuestra misión ya que es casi
imposible adquirir reactivos, medicamentos para tratar todas las patologías,
medicamentos indicados en protocolos de tratamiento para quimioterapia, insumos
médicos quirúrgicos, equipos especializados para la atención integral de los
pacientes, la paralización de equipos de diagnóstico por falta de aprobación de
divisas preferenciales, las fallas constantes de electricidad y agua, la
dificultad de adquirir los alimentos para suministrar una dieta adecuada a los
pacientes, mantenimiento de estructuras, los deberes formales y laborales y la
acentuada escasez de recursos profesionales.
Si
nos referimos a las trece Casas Hogares donde se acogen Adultos Mayores,
hermanos en situación de calle y niñas en condiciones no favorables para su
sobrevivencia y estudios -la mayoría de escasos recursos-, vivimos la impotencia
de no poder adquirir los alimentos necesarios por la escasez y por lo costoso
de los mismos; es una odisea encontrar los medicamentos y, para hacer efectiva
la nómina de los trabajadores que prestan su servicio en estas Casas, tenemos
que hacer esfuerzos inmensos ya que las limosnas no alcanzan. Consideramos que
este derecho a vivir una vejez plena se está violando porque el Estado, quien
tiene la obligación, no facilita ni apoya la atención a nuestros mayores. Nos
sentimos solas en esta misión porque la familia en muchos casos no puede
aportar lo necesario para la manutención de sus mayores. Por Providencia de
Dios es que nos mantenemos activas en el servicio, confiando en personas que
generosamente comparten hasta de lo poco que tienen para mantener la Obra de
caridad. No así sucede con muchos mayores pobres que están desamparados y
abandonados a su suerte en este país y la de tantos hermanos de calle que
padecen hambre, desprotección y desamparo.
Nos
indigna saber que, a pesar de haber vivido en los últimos años la mayor
abundancia petrolera de nuestra historia, hoy nuestra misión de atención a los
más pobres y vulnerables es mucho más demandante y urgente, y la llevamos a
cabo cada día en medio de las más grandes limitaciones, sin poder acoger más adultos
mayores en nuestras Casas Hogares porque no tenemos cómo alimentarlos. Esto
significa que la tan anunciada lucha contra la pobreza y opción por los pobres
de quienes han administrado los recursos, no ha pasado de ser una propaganda
ideológica y utilización de los pobres para sus intereses. Nuestros pobres
merecen respeto. Sin embargo, creemos en la conversión y cambio de vida,
confiamos que este pecado estructural que estamos viviendo, que está
ocasionando hambre, sufrimiento físico y desequilibrio emocional en muchos
venezolanos, pueda revertirse con la conversión del corazón de los operadores
políticos, y se inaugure un auténtico diálogo y concertación de todos los
actores para recuperar nuestro país.
Como
servidoras de la salud pedimos al Gobierno Nacional agilizar todos los procesos
para los trámites de importación nacional, equipos, insumos, materia prima para
los medicamentos y reactivos, servicios básicos y alimentación, así como
también facilitar la
compra
de alimentos y medicinas a precios justos para nuestras casas Hogares, y velar
por todos los mayores que se encuentran en la calle o están en sus hogares sin
la debida atención, por la tragedia de pobreza a la que hemos llegado en
nuestro País; igualmente pedimos que a todo Centro de salud pública se le
faciliten todos los insumos y equipos necesarios para que nuestro pueblo no
sufra más este calvario de muerte y sea atendido con la dignidad que se merece.
Igualmente urge un corredor humanitario en alimentación y salud para que no se
sigan perdiendo vidas tan necesarias para la reconstrucción y futuro del país.
En
medio de tanta precariedad renovamos nuestro compromiso de seguir sirviendo a
nuestros hermanos enfermos y Adultos mayores en situación de pobreza, con
integridad, calidad, caridad y respeto, a ejemplo de nuestra fundadora Madre
Emilia de san José que se identificó por su compasión, solidaridad y entrega a
los enfermos, y con la mística de nuestro Padre Fundador Santiago Machado,
quien en la inauguración del primer hospital en Venezuela dijo: “Nos sentimos
entusiasmados al poder enjugar lágrimas, aliviar dolores, estancar sangre y
hacer menos amargos los días de infortunio de nuestros enfermos”. Ante las
situaciones de dolor y pobreza que le tocó enfrentar expresó a un pobre: “He
venido porque ustedes también son hijos de Dios y venezolanos que me duelen a
mí porque son parte mía y por quienes yo tengo que luchar”.
Como
a ellos, nos duele nuestro país, nos duelen nuestros hermanos. Queremos seguir
dando nuestro aporte en las diferentes obras de educación, de servicios de
salud, de acogida y rehabilitación de tantos hermanos que se encuentran en la
calle por diversas razones de pobreza y abandono.
Queremos
seguir firmes con la certeza de que Dios nos acompaña en esta hora tan dura y
que vendrán tiempos de resurrección porque la Luz prevalecerá sobre las
tinieblas, la Vida sobre la muerte, la Justicia sobre las injusticias y la Paz
sobre la violencia. Auguramos con la ayuda de Dios que en un tiempo no muy
lejano las diferentes fuerzas políticas del País y el pueblo puedan buscar
juntos el camino de recuperación de nuestra Patria. Oramos a Dios Padre, y
pedimos la intercesión de nuestra Madre y Patrona, María de Coromoto, nos
concedan la fortaleza que necesitamos para recuperar la dignidad de hijos de
Dios en este bello territorio.
Noviembre de 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario