“Si yo consiguiera
dinero me encantaría ayudar a Santa Inés”
Es
alta, delgada y elegante. Normalmente es seria, pero cuando se le pide, sabe
sonreír tímidamente. Le gusta que la llamen con sus dos apellidos “María
Magdalena Aponte Alzuru porque es el apellido de mi mamá”, dice con orgullo.
Magdalena
fue hija única pues su madre perdió dos hijos después que ella nació en la
maternidad del Hospital Vargas, el 14 de octubre de 1935. Madre e hija siempre
vivieron juntas, hasta que la mamá falleció.
Cuenta
que su mamá trabajó en el Registro Principal y ella en el Ministerio de
Justicia como obrera, en la Dirección Sectorial de Planificación y Presupuesto.
“Por
20 años de trabajo me dieron 3 millones de bolívares cuando salí en 1998”. Le
ofrecieron trabajar en este gobierno como suplente pero no aceptó porque “a mí
me gusta hablar, decir lo que pienso y no me gusta nada que me obligue, ni
ponerme una camisa de tantos colores ¡Qué va,
eso no me gusta! Quizás si hubiera aceptado quedarme me hubiesen arreglado y
hoy contaría con dos pensiones”.
¿Cómo llega a Santa
Inés?
––Llegué
por el arquitecto Eduardo Guinand, y aquí me encontré con otra bella persona
como es su hijo Bernardo. Es que mi mamá fue cargadora de uno de sus hermanos, Carlos
Augusto (hermano de Eduardo) que fue Gobernador cuando el primer gobierno de
Caldera. La familia Guinand ayudó a mis sobrinos a estudiar. El arquitecto
siempre me dijo que “el mismo cariño que le tenía a ‘maíta’ (mi mamá) me lo
tenía a mí.
Entré por Medicina Interna y ahora pasé a Reumatología
con la doctora Verónica Crespo. Pero unos pocos meses después me sentía muy mal porque tenía una neblina en los ojos y me encontraron
cataratas. Volví a Santa Inés buscando ayuda para operarme y fue cuando supe
que ya Bernardo se había ido de aquí, pero el doctor Eduardo me mandó a buscar
a Carolina Fernández. Ella, junto a Marianella De Faria, de Ayuda al paciente de Santa Inés me
ayudaron consiguiéndome una cita con un especialista en el hospital El Llanito donde
otros pacientes se molestaron por el asunto del cupo y eso no me gustó. Entonces
volví para acá y le dije a Carolina “por favor, búsqueme un médico bueno que no
me vaya a dejar ciega, y me remitió donde un doctor y logró que no me cobren
nada. Esos médicos no lucen viejos pero tienen el pelo blanco y son simpáticos.
Lo tratan a uno distinto que en un hospital, “señora Aponte pase por aquí”. En
Santa Inés me hicieron los exámenes de laboratorio, RX, el examen preoperatorio
en cardiología, los que pidió la reumatóloga para verme las cervicales, pero
los de la vista me los hicieron en Chuao. Allá me dilataron la pupila y me operan
pronto, pero primero me van a hacer la prueba anestésica.
“Yo
estoy súper agradecida con Santa Inés y el doctor Eduardo Guinand, yo no tengo
con que pagar esta atención tan buena y Apoyo al paciente ha logrado que no
pague un solo centavo”.
“Con
los Guinand es como si fuéramos familia, es como un hermano, un hijo o un padre. Es un cariño bonito. Cuando viaja a
ver a sus nietos me hace falta. Hoy en día la gente no entiende lo que es una
amistad bonita”.
Para
despedirse dice “a no todos les gustan los viejos. Y por eso no me gusta andar
en el Metro”. Entonces, esta que escribe, un viernes en la tarde, tuvo
acompañante hasta el centro de Caracas para como dice Magdalena “sacarla de
aquí”.
Texto y fotos:
María Fernanda Mujica Ricardo
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