Presentamos la tercera tanda de entrevistas a profesionales y técnicos de larga trayectoria en la Biblioteca UCAB, hoy situada en el Centro Cultural padre Carlos Guillermo Plaza, que está de aniversario.
Los retos de Nicolasa
A Nicolasa le encanta la sala de lectura infantil |
“Recuerdo con emoción cuando comenzamos con la digitalización y fui la
primera en colocar una tesis en acceso abierto para que todo el mundo pudiera
leerla, desde cualquier lugar del mundo”.
Nicolasa
Martínez explica sobre los sistemas que utilizan en las bibliotecas. Ella los
aprendió cuando ingresó a Procesos Técnicos en la Biblioteca UCAB en septiembre
de 1992. “Tenía una tarea que era pasar el material que estaba procesado por el
sistema Dewey al sistema LC e ingresarlo al sistema NOTIS, método que compartíamos
con la Biblioteca Nacional”.
Una larga trayectoria
–- Suplí al bibliotecólogo Mario Bastidas que se fue de la Biblioteca porque se
mudó al interior. Desde ese momento, no solamente me encargaría de procesar el
material sino que asistí a las licenciadas Taidé Balza y María Olivier (alias
Chalola). Para ese entonces, el director era el padre Carmelo Salvatierra s.j.
con quien logramos hacer un magnifico equipo. Cuando cesa en sus funciones, quedamos
a cargo de la vicerrectora académica, Maritza Barrios, y de las
bibliotecólogas, Taidé y María. Después es nombrado el profesor Emilio Píriz Pérez,
director, y desde su llegada nos propusimos tener un edificio especial para Biblioteca y lograr un
uniforme para el personal. Primero cambiamos del sistema DEWEY al sistema LC. Con
cambios técnicos logramos que los libros de poco uso o de data un poco antigua
también se pudieran consultar. Fui encargada de la Sala de Reserva donde compartí
con un grupo muy bueno que siendo solo bachilleres se preocuparon mucho por la
sala, se leían los libros que llegaban y daban una correcta información al
usuario. Y también recuerdo los adornos navideños que hacíamos y que todos
admiraban.
Cuando
María Olivier sale jubilada, me encargan la Sala de Tesis, Referencia y
Publicaciones Periódicas, y allí también
me encontré con gente muy trabajadora. Coordinaba no solamente el servicio
público sino también el proceso de las Tesis de grado y publicaciones
periódicas que llegaban al servicio directo para las escuelas. Teníamos tiempo
para todo. Recuerdo con emoción cuando comenzamos con la digitalización y fui la
primera en colocar una tesis en acceso abierto para que todo el mundo pudiera
leerla desde cualquier lugar del mundo. Al retirarse Taidé por años de servicio,
se crearon dos coordinaciones, la de Adquisiciones y la de Biblioteca en
general. Me quedé con la coordinación de Procesos Técnicos, la del primero y
segundo pisos y los cubículos de estudio grupal, que eran parte del servicio al
público.
Del viejo al nuevo edificio
––Me
tocó coordinar la mudanza de los libros de la vieja a la nueva edificación.
“Fue un maratón que realizamos, como todo lo que hacemos, con mucho amor y con
mucho entusiasmo. Y el año pasado tuvimos otro reto al inaugurar la Sala Sofía Imber. Y en el
2015-con más tranquilidad- abrimos la Sala Infantil ‘La Pulga y el Piojo’. Fue muy
emocionante poder ofrecer un servicio para los más pequeños, e incluir a los
niños comunidades cercanas”, dice con entusiasmo
Nicolasa.
––Pienso
que nuestro grupo no estaba preparado para un cambio tan radical con
estanterías abiertas y todo el público prácticamente alrededor de uno. Además
de tener que estar pendiente de los libros y de visualizar bolsos por la falta
de seguridad. Esto nos creó mucho stress
y descontento. Gracias a Dios, todo cambio es bueno y hemos decidido salir
adelante. Una cosa muy positiva es que ya veníamos pensando en el cambio de la
web, redes sociales y aquí se consolidó. Estoy muy satisfecha con que nuestros
espacios artísticos se abran para todo
el público visitante.
De
la vieja Biblioteca añoro que algún día podamos contar con usuarios como los de
antes. Retomar el control de los beneficiarios que aquí creen que están en un
lugar tan libre que no existen normas mínimas de convivencia, como es respetar
el derecho que tenemos a estudiar en silencio. No queremos la anarquía, pues a
mediados del año 2015, hay
estudiantes que no entienden que esto no
es un comedor o que no se puede acceder con el carné de otro, o en fin, hacer lo que les venga en gana. Pero igualmente, seguimos
dispuestos a ayudar y guiar a los
muchachos.
Para
mí trabajar en la UCAB y específicamente
en la Biblioteca es como estar en familia. Todos sabemos hay diferencias de pensamiento, pero
hay aprecio entre todos. Y de mi parte, admiro la entrega que hace nuestro
personal para realizar esta tarea, aunque falta bastante por hacer.
Nicolasa
habla mucho de su trabajo, pero para finalizar le pedimos que diga lo que hace
en su tiempo libre: “Lo dedico primeramente a mi familia, a cuidar mis maticas
y a ver una que otra película”.
Formación
Nicolasa
estudió Bibliotecología en la UCV. “Desde estudiante he sabido que ‘Todo lo que
Dios nos manda es bueno y ayuda’. Perdí físicamente a mi padre y tuve que alternar
mis estudios con el trabajo para ayudar en mi casa. Me levantaba bien temprano
y me acostaba lo más tarde que aguantaba (siempre he vivido en los Valles del
Tuy). Gracias a Dios nada de eso me ha
amargado, solo he salido adelante como dicen, y yo me lo creo. Todos mis cursos de actualización profesional
los he hecho en la UCV. Mi trabajo de
grado fue Mención Publicación y fue editado por la Academia Nacional de la Historia”.
Odalys Monzón agradece a la UCAB por
su crecimiento personal
El Centro Cultural y la Biblioteca
UCAB está formado por gente muy trabajadora oriunda de la parroquia de
Antímano. Podemos afirmar que al fundarse
la Católica en la zona, esta se convirtió en una plaza de trabajo muy
importante. Unos a otros se fueron pasando la voz y recomendando a amigos y
parientes.
Odalys es una dama en atención |
Odalys es una mujer muy linda, de piel muy blanca y que se
siente plenamente feliz por formar parte de la Biblioteca. “Vivía en Antímano y
mi hermana era concuñada de Carmen Graciela Donis, bibliotecóloga. Un día me atreví a pedirle que
me consiguiera una planilla en Personal. La llené y la puse como referencia y
desde ese momento, el mundo se me abrió como bien me lo había dicho Carmen
Graciela. A las fracciones de segundo de haber entregado la planilla me llamaron
para que hiciera una prueba de mecanografía, era enero de 1983, me la hizo la
señora Maite Garitaonandia-jefa de Personal- y consistía en leer un párrafo de
un libro e inmediatamente copiarlo en la máquina de escribir. Luego me
entrevistó el padre Salvatierra y me preguntó si tenía experiencia, yo le dije
que había trabajado en la Librería Gema en el Centro Comercial Chacaíto y él
me respondió ‘Es algo diferente´. Yo
estaba súper asustada como toda nueva. Aquí volví a ver al famoso Cuentacuentos
que ya lo había conocido en la librería en Chacaíto”.
––Mi gran amiga la morocha también la encontré aquí. Recuerdo
cuando me dijo ‘Estoy a tu entera disposición para todo lo que tú quieras
aprender, y me notificó que en la tarde iba a conocer a su hermana que era la
coordinadora, su apodo era Chalola. En ese tiempo la Biblioteca era de
estantería abierta y los becatrabajo también me ayudaron.
Chalola me entregó en el turno vespertino dos grupos de
fichas grandes, una en sistema Dium y otra en LC para que las ordenara.
Entonces, me pasó a secretaria de canje y allí compartí con Edgar Molina, que
está todavía en el Instituto de Investigaciones Históricas. Entre los dos iban
a escoger quién trabajaría con el padre Hermann González que tenía fama de
tener carácter fuerte. ‘Yo estaba muy asustada porque era una muchacha de 22
años, pero de la época’. Después llegó Morella Duarte a la que me correspondió
entrenar, a ella la ascienden a secretaria de canje y a mí a Procesos Técnicos.
En esa área estaban las licenciadas Taidé Balza y Mario Bastidas, y la auxiliar
Mirna Ríos, y también trabajaba Cheíto Puente que era un gran amigo y me enseñó
muchas cosas.
El Centro Cultural
Carlos Guillermo Plaza, SJ
––Ahora hay más tecnología y nos estamos convirtiendo en
trabajadores integrales porque no nos quedamos estancados. Me siento ‘bien
fino’ en mi nuevo Centro Cultural. Yo trato de disfrutar lo máximo desde que
llego a las 7 de la mañana hasta que salgo porque Chalola nos enseñó a ser
responsables y a compartir nuestros conocimientos, y debo dar gracias a Dios
por todo lo que ella nos legó. Ser la bibliotecóloga no la hacía distante para
nada, todo lo contrario, no le gustaba que le dijeran licenciada.
Del Parque Social tengo muchas personas queridas.
Primeramente, mi asesora jurídica Janesky Lehmann quien me guio en todos mis
cuestiones personales que implican legalidad, igual las profesoras Mayra Zamora
y María Fernanda Innecco. Allí también han ido todos mis hermanos a buscar
asesoría jurídica. Y cuando uno presenta los informes de Clínica Jurídica y de
Santa Inés en otros lugares, se quitan el sombrero, cuenta Odalys con orgullo.
“Tengo dos hijos varones, Armando Antonio que es egresado ucabista
en Educación Ciencias Pedagógicas y Alejandro Antonio que estudia Relaciones
Industriales. Son muy buenos hijos, me ayudan en la casa y son mi gran fortaleza.
Mi pareja trabaja en la Dirección de Tecnología Informática (DTI) y se llama
Eduardo Tavares. Existe una relación muy cercana entre Eduardo y mis hijos, al
segundo lo conoció siendo bebé y hasta su mamá se considera abuela de mis
hijos. Siempre que podemos, viajamos a Maquigua en el estado Falcón donde mi
suegra tiene una casita en la playa. Si al carro nos responde, nos vamos.
Parezco al fantasma Gasparín por lo blanca pero mi padre era de tez morena. Somos
diez hermanos, siete hembras y tres varones. El único que ha fallecido es mi
papá. Me fascina estar con mi familia.
El año que viene me condecorarán por 30 años de servicio, y
nunca voy a dejar de agradecer a la Universidad por mi crecimiento laboral y
espiritual. Sentí mucho la muerte de mi padre Salvatierra, quiero otro tanto al
padre Rafael Baquedano y de Ricardo Márquez- que lastimosamente se fue del
país- nunca olvidaré sus valiosos talleres de ayuda personal, finaliza Odalys.
Miriam González con 29
años en Biblioteca
Nunca se me podrá olvidar cuando el padre Salvatierra marcaba con los pies los espacios para meter más estantes y poner más libros. Y el estilo gruñón del jesuita Hermann González Oropeza que escondía un corazón muy generoso.
Miriam recuerda a sus jefes |
Es de Antímano, había estudiado
el bachillerato con Vestalia Andrade (quien fue secretaria durante muchos años
de los vicerrectores administrativos y es jubilada de la institución). Como Vestalia
ya tenía cinco años trabajando en la Católica, le pidió que le consiguiera
una planilla en Personal. “Quedé como secretaria pero realmente el rol que
cumplía era el de auxiliar de Biblioteca. Fue la Morocha la que me formó y por
igual su hermana Chalola, que en paz descanse. En el viejo edificio,
trabajábamos todos apretaditos y éramos muy unidos. Recuerdo que el padre Salvatierra marcaba con los pies los
espacios para meter más estantes y poner más libros. Esto nunca se me podrá
olvidar. Luego llegó Píriz Pérez como director. Él estuvo siempre al pie del
cañón y defendía a su personal. Los dos años con Mabel Calderín han sido buenos,
pero aún tiene poco tiempo. Gracias a ella hemos logrado la galería de arte, la
sala de lectura para niños a la que por cierto, hace días, vinieron mis nietos
a una actividad y se fueron muy felices. Como el Centro es tan espacioso, a la
profesora Mabel le ha tocado encarar
cambios con el personal pues la nueva infraestructura es muy amplia y abierta,
y se necesitan no dos sino cuatro ojos para vigilar y tenemos que movilizarnos
para supervisar las salas. Sí tenemos ayuda de los beca pero después que los
enseñamos se van y hay que volver a
comenzar”, describe Miriam.
“Yo conocí a Ángel Finocchiaro
desde que era estudiante y recuerdo cuando él junto a su hermana preparaban su
tesis en Relaciones Industriales, también me acuerdo de Juancito Gómez desde
que estudiaba Filosofía y vi graduarse a Rafael Ortíz, han sido muchos los que
tratas cuando son alumnos y luego los ves laureados y trabajando. Y de los
jesuitas, jamás podré olvidar al padre Hermann González Oropeza. Era muy gruñón
pero de corazón generoso. El Instituto de Investigaciones Históricas quedaba en
la planta baja del edificio. Todavía vienen mucho a consultar los padres José
Del Rey y Jesús Olza”.
Lazos con el Parque Social
––Vi nacer al Parque Social, y a
Bernardo Guinand lo conocí desde estudiante. Es una persona muy trabajadora y
sencilla. Lástima que se haya ido. Mis médicos son los del Centro de Salud Santa
Inés, y mi sobrina, que se llama Carolina Sánchez, trabaja allí. Me gustan sus
áreas verdes tan parecidas a las del campus. Su gente es muy amable, siempre atiende con una
sonrisa en los labios, sean enfermeras, médicos o el personal de
administración. Y debo nombrar a Clínica Jurídica donde me han atendido Janesky
Lehmann y Verónica Valenzuela, finaliza Miriam González con casi 30 años de
sello ucabista.
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