Tradicionalmente en las
intervenciones psicoterapéuticas se reconoce la importancia de la palabra como
principal vehículo de comunicación entre la persona y el psicólogo. Sin
embargo, a través de la evolución de las teorías psicológicas se ha evidenciado
el valor que tienen intervenciones alternativas en el mejoramiento y alivio del
malestar. El uso de otro tipo de herramientas, que no solo se centran en lo que
la persona expresa verbalmente, puede influir de manera poderosa en la
capacidad para acercarse a través del proceso terapéutico a ese cambio deseado.
Entre estas alternativas de intervención surge la “terapia danza-movimiento”
(TDM) enraizada en la idea de que el cuerpo y la mente son inseparables.
Las terapias no son
beneficiosas para todas las personas. Por esta razón debemos buscar el tipo de
intervención que nos favorezca y vaya en consonancia con nuestros modos
particulares de expresión. Entre las diversas posibilidades se halla la terapia
danza-movimiento. El principio que la rige es el de concebir al movimiento como
un proceso con particular facilidad para promover la integración de diferentes
áreas del funcionamiento personal: física, emocional, social y cognitiva.
Se considera que el
movimiento corporal y la danza reflejan estados emocionales internos y que la
inducción de cambios en los movimientos conlleva a modificaciones psicológicas,
suscitando salud y desarrollo. La TDM favorece la fluidez en la comunicación de
los aspectos más aislados o subterráneos del sí mismo; facilita que nos
visualicemos en función de nuestros patrones de movimiento y que de esta forma
nos conozcamos mejor. Así mismo, permite recuperar un sentido de totalidad al
experimentar la integración psicofísica.
En la búsqueda de ofrecer
servicios diversos, la Unidad de Psicología Padre Luis Azagra s.j. conduce un
grupo de TDM con adolescentes. La adolescencia es una etapa de grandes cambios
y contradicciones, deseos de autonomía frente a la autoridad de los padres y
desarrollo de la identidad, entre otras características. Se trata de procesos
que generan ansiedad y que no siempre se logran comprender o expresar a
cabalidad.
Sin duda, entre los
cambios más visibles que ocurren durante la adolescencia se hallan los
corporales. Estos tienden a acompañarse de un desajuste entre la imagen
corporal y el cuerpo real. A partir de la iniciativa del grupo TDM hemos
constatado cómo los adolescentes han podido reconciliarse con su imagen
corporal, incorporar cambios en su identidad y entrar en contacto con aspectos
de su sexualidad, en el marco de una mayor confianza en sí mismos. De esta
manera, la TDM surge como una vía terapéutica eficaz y atractiva para el
establecimiento de conexiones entre distintos aspectos del funcionamiento del
joven y es probable que cada día vaya ocupando un lugar más privilegiado en el trabajo
psicológico con estas edades.
http://upla.org.ve/ upla.proyectos@gmail.com
@UPLAucab
Publicado en el Diario 2001,
sábado 5 de diciembre de 2015.
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