Una caja de sorpresas brota del equipo
humano de Estilos de Vida Saludable del Centro de Salud Santa Inés, con ellos cuatro
finalizaremos nuestras entrevistas por este año académico.
Mardon Arismendi es sumamente joven
pero su historia de vida es como la de un viajero de mucho andar. Es barinés
del pie del monte andino, nacido en “El Tesoro”. Tiene dos hermanas con
formación post universitaria como él, gracias a la educación de su padre,
artista plástica y autodidacta, y de su madre que es promotora cultural. “Mi
papá fue el único que obtuvo la licenciatura en la Misión Cultura en alianza con
la Universidad Simón Rodríguez, después hizo su maestría y ahora cursa el
doctorado en Filosofía en la Universidad de Los Andes. En el hogar, mi mamá ha
sido la del apoyo emocional. Ella es muy solidaria. Fue jugadora de fútbol y
boxeadora en su ciudad natal, Barranquilla, de la que tuvo que emigrar a
Venezuela”.
Mardon es egresado de la escuela de
Letras de la UCAB y estudió el bachillerato en el colegio San Javier del Valle
Grande en Mérida “donde enseñaban de verdad los valores de solidaridad y me
fueron inculcados para toda la vida. El internado me cambió radicalmente”.
El mismo explica que su familia no es
la típica en Barinas, ya que el estado no cuenta con políticas públicas
culturales y está situada en un contexto rural, pero su papá –con otros
intereses- creo una Fundación Cultural con su mismo nombre “Mariano Arismendi”,
desde hace más de 30 años, y en otros tiempos democráticos recibió subsidios y
también de la Unellez, pero hoy “criminalizan estas ONG y estamos en búsqueda
de otros financiamientos”, cuenta este joven de 28 años, alto, de lentes,
cabello negro lacio y tez morena, que ha obtenido premios nacionales de
literatura.
Las marcas
de San Javier y del padre
––Mi papá nos inculcó el
hábito de la lectura y el estudio. A mis hermanas y a mí, nos ponía como
disciplina leer desde las 5 hasta las 6:30 de la mañana y después teníamos que
resumir lo que habíamos entendido del libro y la síntesis se la tirábamos
debajo de la puerta de su cuarto. “Recuerdo que yo escogí leer, a los ocho
años, O inventamos o erramos de Simón
Rodríguez y no comprendí nada, pero avispaba la imaginación pues ‘leer es ver
el mundo de otra manera’. Después nos íbamos a la escuela, hacíamos la tarea y
éramos libres para jugar. Yo practico fútbol y baloncesto desde pequeño, y he
participado en varios maratones”.
Nuestra escuela en “El Tesoro” era
sana y buena. La mayoría de mis compañeros, al terminar el 6to grado, se iban a
trabajar al campo. Yo mismo decidí irme
al internado de los jesuitas en Mérida, allí egresé como técnico medio en Tecnología
de la madera. Durante el bachillerato pasé por los talleres de herrería,
agropecuaria y ebanistería. Entre los 15 y 16 años quise iniciarme en la
Compañía de Jesús, pero después me di cuenta que también a través de la
escritura podía ayudar al prójimo.
“La escritura tiene un poder de
cambiar las circunstancias humanas en un ambiente determinado. Yo asumí el
contexto social y me ayudó que conocí en San Javier a gente de todas partes del
país y entendí que a través del conocimiento tenía la oportunidad de crecer”.
Y continúa Arismendi, tratando de
narrar sus experiencias. Dice que se quedaba en vacaciones como voluntario en
el internado, pues con las elaboraciones de
las ebanisterías que se vendían “sacaban el colegio económicamente
adelante”.
Hilando el
futuro
Mardon obtuvo una beca del grupo Huellas de la Compañía de Jesús para
estudiar Ingeniería Civil en la Universidad Católica Andrés Bello, pero al mes
ya había pedido cambio para Letras. “Fue una carrera maravillosa con profesores
y compañeros excelentes”. Allí hizo dos
grandes amigos que son escritores: Carlos Colmenares Gil y Víctor Alarcón. “Los
tres creamos el Círculo La Oruga para
leer y acribillar nuestros propios textos lo que a nivel literario nos ayudó
mucho”.
Mientras estudiaba la carrera vivió
en La Vega, en los barrios San Miguel (sector El Petróleo) y en Cangilones y
también en El Guarataro. Mucha actividad voluntaria hizo y “aunque era mi
misión, la gente de esos sectores me enseñó mucho. Yo, el trabajo, lo hacía con
pasión y fue genial pues me abrió las puertas para dedicarme a la educación de
niños y adolescentes. La gente era muy cálida y cercana, con cualidades más
buenas que negativas, porque lo malo allí proviene del entorno (violencia,
drogas). Y pasé así cinco años viviendo en los barrios y pensé en integrarme a
la Compañía de Jesús pero me enamoré. Los seres humanos somos mucho más de
pasión que de razón, pero esta última tiene muchos lugares en la sociedad. Como
escritor, la razón es lo convencional en una sociedad mientras que la pasión es
la que nos mueve a ser brillantes, ella nos motiva a hacer las cosas con ímpetu
y a hacer de la vida una obra de arte”.
Para Mardon la pasión se transforma
en actos de fe para que las situaciones sociales adversas mejoren. Y en busca de
otros aprendizajes, gracias al dato que le
pasó una amiga, aplicó para ser voluntario en Hamburgo en Alemania con la
ONG AFS, para ayudar en un colegio de bachillerato intercultural donde estudiaban
adolescentes refugiados que provenían de hogares con maltrato. “Fue una experiencia
muy interesante, fue tan hermosa para plasmarla escribiendo. Y también tuve muchísimo
tiempo para leer y escribir”.
Le preguntamos si aprendió bien el
alemán y dice que sí pues aunque le
ofrecieron un curso de la lengua más largo
este duró solo de dos meses,
pero implementó otros modos de estudiar. Uno es que oía música en alemán y como
mínimo aprendía diez nuevas palabras por día, también leía cuentos infantiles y
los traducía, y el enamorarse de una alemana lo ayudo aún más a mejorar el
idioma. “A los seis meses ya hablaba con fluidez y al año lo hacía mejor. Ayuda
aún más oír todo el día el alemán en la calle y ver televisión poniendo
especial interés en las cuñas publicitarias”, explica Mardon.
“La experiencia en Alemania me hizo
organizar mejor mi trabajo profesional. Ellos son disciplinados y analizan todo.
En el colegio apoyé en la cátedra de
español y constaté el avance de los alemanes en educación. Quizás haya otras
posibilidades para mí en ese país”.
Estudios
y presente
Al regresar a Venezuela, Mardon cursa
la Maestría en Comunicación para el Desarrollo en la Católica y piensa prontamente
hacer un Doctorado en Ciencias Económicas. Recuerda que cuando estudió Letras formó parte de Proyección a la
Comunidad como voluntario y allí “aprendí muchísimo”, dice.
Su primer trabajo fue en la
Subsecretaria de Atención Social de la Gobernación del Distrito Federal, en el
2012. “Mi papel fue organizarla. Al principio hubo mucho recelo. Mi labor consistió
en dignificar la atención a las personas discapacitadas, en situación de calle
y ofrecer ayudas económicas a individuos en situación de riesgo en el área de
la salud”. Al año siguiente, Mardon laboró en Comunicaciones internas del
Ministerio de la Cultura con la finalidad de que los 27 entes adscritos se
enlazaran. “Esta experiencia me permitió conocer a gente muy valiosa que apoyan
a la cultura más allá de las circunstancias políticas”.
El Centro de Salud Santa Inés solicitó por concurso una plaza para
crear proyectos en salud, el cual ganó y fue llamado por Bernardo Guinand. Ya
en julio cumplió siete meses como coordinador de Estilos de Vida Saludable y
“este es el trabajo donde he podido desarrollar con más ímpetu los programas
sociales que brindan la certeza de que la ayuda mediante la solidaridad y la
dignidad que merecen las personas será totalmente eficiente. Cuento con un gran
equipo para gerenciar proyectos sociales: la jefa anima y motiva. Espacios como
este, yo los cuido mucho pues son sagrados para mí. Así como estuve feliz en Alemania, ahora en mi país, estoy
totalmente feliz. Estar aquí me ayuda a creer en Venezuela y deseo motivar a
que surjan más y más iniciativas como estas para que pueda desarrollarse. Ojalá que más adelante pueda asesorar con la
ayuda de la innovación tecnológica y la comunicación”, finaliza nuestro último
entrevistado por este año académico.
Deseamos que muchos profesionales
como Mardon, quieran, como se dice coloquialmente, “echarle un camión
para hacer avanzar a Venezuela.
Texto de
María Fernanda Mujica Ricardo
Fotos de Ana
Gabriela Páez Linares
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