Es alta, blanca, de vestir sencillo,
con ojos claros, usa lentes, es amable,
y muy seria en su labor diaria. Nuestro personaje semanal es Adle Hernández,
coordinadora de Responsabilidad Social Universitaria en la dirección de Proyección
a la Comunidad, desde el año 2007; egresada de la escuela de Psicología de esta
misma casa de estudios.
Su interés por el trabajo social lo comprobó
en su primer trabajo (en el año 2001) que tuvo lugar en la escuela de Letras,
donde fungió como coordinadora de Proyectos y fue la responsable de los
programas de profesor–asesor y estudiante–asesor y de la Ley de Servicio
Comunitario, hasta que, seis años después, ella solicita el cambio al Parque
Social UCAB para dedicarse por entero al trabajo comunitario.
“Pedí el traslado, porque al formar
parte de la UCAB, tenemos la oportunidad de enseñar a nuestros estudiantes la
realidad del país, y eso es lo que mas me inspira del trabajo en Proyección. Cuando
uno conoce la realidad circundante y palpa que las comunidades tienen sus
propios recursos humanos, espirituales y culturales y encaran realidades tan
duras, pero las resuelven; pienso que aporto un granito de arena para la construcción
de la Venezuela que queremos al colaborar con nuestro trabajo profesional, y
tratamos de cumplir con los requerimientos de la comunidad, quien es realmente
la que sabe lo que necesita”.
Un proyecto complejo
Cuenta que su primera tarea asignada
fue en la escuela “Don Pedro” de Fe y Alegría en San Agustín, desde el
preescolar hasta bachillerato. “Allí vivía todo el día. Trabajaba con los
niños, los consejos comunales, con los maestros en formación y con los padres.
Fue en la época de la construcción del Metrocable, y se preveía la creación del
lugar como sitio turístico, pero no cuajó; realmente trabajábamos mucho. Era un
proyecto complejo para una zona compleja”.
— ¿Qué te inspira el trabajar en el
Parque Social?
—El contacto con el otro. Es justamente para
construir con el otro, aquí no hay afán de lucro.
— ¿Qué diferencia al Parque Social
de la UCAB de otros lugares?
— Es una iniciativa única, si bien hay otras
universidades que cuentan con servicio comunitario, el Parque es un compromiso
vivo y constante.
— ¿Cómo visualizas al Parque en un futuro?
—Con su misma razón de ser, y siempre en
crecimiento, innovando, dinámico y a la vanguardia en los que se refiere a
proyectos sociales.
— ¿Qué hace de tus días algo diferente?
—Aquí no hay rutina, siempre hay novedades. Y
aunque haya procesos, estos no son tales porque cualquier suceso los puede
cambiar, ya que nosotros nos nutrimos de lo que pasa en la comunidad.
— ¿Qué te gusta hacer en tus ratos
de esparcimiento?
—Realmente no es fácil ingeniarse para combinar
trabajo y hogar (Adle tiene dos lindos varones, y al segundo aun lo amamanta).
Hay que ser muy creativo, y mas aun cuando el caos es una constante. Por los
momentos, no cuento con muchos ratos libres, pero cuando podemos salir nos
gusta ir a la playa. “Me encantan el mar y el aire libre, y también a Diego y
Santiago”.
— ¿Tienes alguna anécdota que contar
sobre el Parque?
—En el 2000, cuando hacia mis prácticas de psicología
escolar y empezaban las actividades en el Parque, mi profesora, que era Silvana
Campagnaro, nos contó que ella instaba a la gente de las comunidades vecinas a
venir a consulta a la Unidad de Psicología, pero una señora le contestó que le
daba pena venir para acá porque esto era muy bonito. A mí, esa respuesta me
impactó. Porque la idea es que todos tenemos derecho a contar con servicios
pulcros y de calidad, y que la gente se autoexcluya, es una triste realidad.
Texto: María
Fernanda Mujica Ricardo.
Foto: Ana Gabriela
Páez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario