Montaño es
la cabeza de una familia feliz y especial
“Nunca pensé que iba a trabajar aquí”
Ama enseñar
El alma se enriquece cuando se conoce
a seres humanos valiosos, y gracias a que forma parte del equipo del Vicerrectorado
de Extensión Social de la UCAB, entrevistamos al profesor Rolando Montano, egresado
de la Universidad en Educación, mención Física y Matemáticas.
Rolando comparte responsabilidad y
oficina con Francisco Coello en la coordinación de la Ley de Servicio
Comunitario. Su espacio está lleno de curiosidades en perfecto orden: un ábaco
hermoso, una regla de cálculo, fotografías de su familia y ahijadas de los
colegios donde ha ejercido una fructífera carrera docente; rompecabezas con el
nombre del VAC 2012-2013; reconocimientos del Voluntariado de Administración y
Contaduría (VAC) y de la Ley de Servicio Comunitario; fotos de discos de Los Beatles y Queens.
Ya que Montaño es matemático a él las
sumas le van muy bien. Tiene reconocimientos de la escuela de Administración y
Contaduría como profesor novel en el año 2005 y fue catalogado en el 2005,
entre los diez mejores profesores de la escuela de Administración y Contaduría.
––Ante todo te digo que nunca pensé
que iba a trabajar en la UCAB. Yo empecé a estudiar ingeniería y cursé un
óptimo primer semestre pero me dije que eso no era lo mío y que lo que más me
gustaba era enseñar “y aquí estoy”. Me gradué en la mención de Física y
Matemáticas y hoy dicto Matemáticas en las escuelas de Administración y Contaduría,
Economía, Ingeniería y Educación.
La puntualidad es otra de las
cualidades que debemos sumarle a Montaño. Estudió en el colegio San Agustín de
Caricuao y después al enseñar allí conoció a su esposa, Norelis Vento,
profesora de Biología, y desde que se enamoraron tienen 25 años con buena
química. A los dos años nació su primer
hijo Christofer y a los cuatro años Christian. En ese periodo, empezó a
trabajar en el Colegio Cumbres de Caracas donde estuvo diez años “llegué a ser
coordinador de bachillerato en español y me preparé en todos los aspectos
gerenciales para manejar un colegio”. Después fue contratado por la Academia
Merici “donde aprendí a lidiar con niñas, añoro esa época con cariño”. Allí fue
padrino de tres promociones, y siguieron
las ofertas laborales. Esta vez fue en el colegio Américo Vespucio donde estuvo
menos de un año como director puesto que su padre se enfermó. En la familia de
Rolando son tres hermanos varones, su padre falleció hace pocos años y su madre
está muy viejita y enferma. Ella es de Escuque del estado Trujillo de los andes
venezolanos y de allí hereda el acento y la educación el profesor Rolando.
Después del Vespucio lo volvieron a
solicitar del Merici y un año después lo contrataron como director del Colegio
Nuestra Señora de Pompei, experiencia de la que guarda hermoso recuerdos tanto
de padres como de alumnos.
La UCAB lo llama
En el año 2002, lo llaman de la escuela de Administración y Contaduría para que
dicte un curso de Matemática los que llegan a ser cuatro en el año académico
2005-2006. También es encargado de coordinar el VAC que exigía trabajar los
sábados, responsabilidad que cumple hasta el 2016. “Fue hace un año cuando
decidí venirme con Frank (Francisco Coello) a la dirección de Servicio
Comunitario y aquí estamos en familia”.
Y en un año ya han logrado
sistematizar y coordinar la práctica de la Ley de Servicio Comunitario con todas
las escuelas de pregrado, siempre en la búsqueda de que los alumnos realicen
proyectos de común acuerdo con las comunidades para resolver necesidades específicas,
y también para que los mismos sirvan para que los futuros profesionales tomen
conciencia de la realidad social del país y del compromiso que deben adquirir
de por vida con su sociedad.
Comprometido
Dios
Todas las actividades que realiza
Montaño son de compromiso (docencia, voluntariado) y él asume que es católico y
cree en dios, aunque alguna vez estuvo enfadado con él. Pero eso es cosa del
pasado.
Muchos en el campus conocerán a
Christopher. Un joven largo, moreno, de cabello y ojos azabaches con profunda
mirada, que a menudo, acompaña a Rolando. También, los mediodías almuerza en Soincopy y ahora integra el equipo de
Identidad y Misión donde asiste en la oficina doblando papeles, poniendo sellos
y montando videobeams, este ha sido
uno de sus últimos logros. Fue Shirley Sosa y su esposo Fernando quienes le han
tendido la mano a Christopher y en reciprocidad le echa broma al grupo y les
pone sobrenombres. No es coincidencia que su nombre signifique: 'persona que lleva consigo a Jesucristo'. Es una persona muy atenta con los demás
y con muchos amigos. Deriva del latín 'Christophorus' y es la
forma inglesa de Cristóbal.
Montaño dice que su hijo se gana a la gente y que por eso,
tanto Danny Socorro, SJ (director de Identidad y Misión) y la directora de la
escuela de Ciencias Sociales le abrieron las puertas, y el colega Pedro Navarro
(de Ciencias Sociales) le dijo en los días de la entrevista que estaba muy
feliz porque “Christopher me saludó”.
El profesor nos explica que
Christopher nació con hipoxia y el médico no les dijo absolutamente nada a él
ni a su esposa, y perdieron la oportunidad de intervenir tempranamente. Ellos
eran padres primerizos y cuando se percataron que el desarrollo de Christopher
no era como el de otros niños de su edad fueron de médico en médico hasta saber que debido a la falta de oxígeno
se había lesionado todo el hemisferio izquierdo al nacer. “Él tiene rasgos de
autismo pero no es catalogado como tal y nunca ha sido medicado. Su interacción
social es difícil pero al tener acompañamiento ha adquirido destrezas y se
encuentra más desenvuelto, pero es un proceso lento”.
Su segundo hijo se llama Christhian
y estudia tercer año de bachillerato en la escuela comunitaria Luisa Goiticoa
donde su madre es profesora. Fue voluntario en el VAC donde fungió de mini
director durante dos años.
Montaño con la voz grave que lo
caracteriza nos cuenta que al tener a su segundo hijo, el matrimonio descubre
que tiene necesidades especiales. “Yo era muy institucional y quería que mi
hijo se graduara en el mismo colegio que yo, en el San Agustín. Por muchos años
trabajé cercano a niños que vi crecer y luego los vi graduarse y eso me
enorgullecía porque los sentía como hijos míos, y yo me topé con la realidad de
que no podría ver a Christhian laurearse en mi colegio. Norelis y yo pasamos un
período de depresión y el padre rector Antonio del colegio Cumbres (para la
fecha Rolando trabajaba allí) me dio una cita para conversar. Recuerdo que le
dije que yo odiaba a dios pues él nos había castigado a mi esposa a mí, mientras
que tantos drogadictos tenían hijos sanos. El padre Antonio me dijo que mis
hijos eran una bendición y Norelis y yo, nos hicimos fuertes e indestructibles
y comprendimos que somos padres especiales para unos hijos especiales y que
constituimos una familia feliz. El padre Antonio de los Legionarios de Cristo
tenía razón.
María
Fernanda Mujica Ricardo
Fotos:
Dirección General de Comunicaciones UCAB