lunes, 26 de octubre de 2015

La entrevista de la semana

16 años de recuerdos de Juan Carlos Romero

“Ayudamos para que otros mitiguen su dolor”




"Me acerqué emocionado al padre Azagra cuando nació mi primer hijo. Me tocó el hombro, esbozó una sonrisa y se dio vuelta. Un par de segundos después se dirigió de nuevo a mí y dijo: “Juan Carlos, ¿sabes qué es lo que extrañamos más los sacerdotes?  No es la mujer como muchos creen, sino los hijos…” Fue un ejemplo de aquello que su salud precaria de los últimos años, de forma inesperada, nos regaló: se vio obligado a decir mucho con poquísimas palabras. En clave de Haiku (breve), sus opiniones siempre fueron firmes pero sutiles, y no le quedó otra opción sino recogerlas en dosis mínimas. Su austeridad contrasta con la verborrea de los tiempos en que vivimos".


--¿Por qué te quedaste a dirigir el equipo de la UPLA?

––Cuando empecé a dar clases en la escuela de psicología creamos una pequeña unidad en los salones parroquiales del Colegio Refugio de la Infancia en Antímano. Se trataba de un centro comunitario donde el personal estaba constituido por alumnos de quinto año de la escuela, que cursaban prácticas clínicas, y yo era su docente. Se llamó Unaclip (Unidad de Atención Clínico Psicológica de Antímano). Fue una apuesta arriesgada, ya que en ese momento, año 1993, no resultaba claro si sería viable consolidar este tipo de centros asentados en comunidades caraqueñas con muchas limitaciones socioeconómicas. Por fortuna la experiencia cuajó y nos mantuvimos allí hasta septiembre de 1999. Fue una época entrañable, de crecimiento y dedicación plena.

En ese instante estaba arrancando el Parque Social; el padre Azagra y el ex rector, padre Ugalde (quien nos había visitado en Antímano) tenían conocimiento de esta iniciativa. De hecho, un tiempo antes, me convocó a una reunión, en la cual me mostró los planos del Parque. En particular, desplegó sobre un gran mesón los planos del que después sería el edificio de Educación Comunitaria y me preguntó “dónde piensas que puede estar la sede de una posible Unidad de Psicología”. En minutos identificamos juntos la mejor ubicación. Al tiempo -mediados de 1999-  me llamó  para que trasladáramos la experiencia de Unaclip al Parque Social. Entonces, en octubre de ese año arrancamos en la sede donde nos hallamos hoy. De la mano del padre Azagra, de Silvana Campagnaro, entonces directora de la escuela y de Manuel Llorens, a quien le había pedido que me acompañara en el esfuerzo paralelo de consolidar el postgrado de psicología clínica comunitaria, constituimos la Unidad de Psicología del Parque Social.

En diciembre de 2000 ingresó el primer personal de planta: María Alejandra Corredor, María Alejandra Barreto, Deborah Urribarrí e Iván Pazo, quienes junto a Manuel fueron los psicólogos fundadores y, además, se sumó Esther Chacón como psiquiatra. Recuerdo que en una reunión en diciembre de aquel año 99, se lanzó al aire la pregunta: “¿Quién va a dirigir esto…?” (No se había conversado nada al respecto).  El padre Azagra, como era su costumbre, con toda naturalidad y sin ambages, dijo: “Juan Carlos…” (con una cara de convicción que seguro no se parecía a la mía).  Así fue mi designación: expedita y sin rodeos.

¿Qué cátedras de psicología dictas?

––Desde que inicié labores en la UCAB, dentro de la escuela de psicología,  siempre he sido profesor de prácticas en lo que antiguamente era psicología clínica y que, luego de una reforma de pénsum, viene llamándose psicopatología/clínica II (centrada en la población adulta). Es una materia del 5to.año. Soy básicamente un supervisor del trabajo práctico de los alumnos. Es una de las tareas de vida que más me satisface pues representa la clase de trabajo académico que se aproxima mejor al ejercicio clínico real y concreto.

Luego en el postgrado de psicología clínica comunitaria dicto las materias clínica psicológica y evaluación en psicología II. Además, dirijo ese programa.  Desde el inicio, el postgrado y la Unidad han crecido de la mano. Se alimentan en una relación fructífera de doble vía.

--¿Cuál es para ti la importancia de la psicología comunitaria en el contexto de nuestro país? ¿Y de la investigación de esta área de la psicología?

––La concebimos como un área que de forma intrínseca se dirige a ocuparse, reflexionar e intervenir en varios niveles (que incluyen el trabajo preventivo y formativo) sobre algunos de los problemas psicosociales más acuciantes y centrales de nuestro contexto. Me refiero, por ejemplo, a la violencia que asume diversos rostros y terrenos de expresión (en la pareja, familia, escuelas; en el ámbito comunitario y político); las condiciones de desigualdad y carencia socioeconómica, y cómo ello impacta en la realidad vital y psíquica de las personas; las situaciones de discriminación; y fenómenos como el embarazo precoz. Además, es un área que detenta una postura clara: Respeta e incorpora la visión que de su contexto tienen los posibles beneficiarios. Así que un ideal que nos impulsa es distanciarnos del asistencialismo abusivo.

–– ¿Cómo describirías tu labor?

––Es la de acompañar a un grupo de brillantes jóvenes profesionales para que encuentren un marco de libertad y riqueza intelectual que los inspire a desarrollar sus destrezas y capacidades. A partir de allí, espero que ese marco se refleje en la gestación de una oferta de servicios cónsona con nuestras realidades, digna y de calidad, apegada a principios éticos insoslayables.

–– ¿Qué te inspira trabajar aquí?

––Lo puedo responder en dos planos. Primero uno racional que incluye aspectos como los siguientes:
- La cualidad de este proyecto que aúna la prestación de servicios en el área psicológica, e integrarla a la formación de nuevos profesionales y a la producción de conocimiento contextualizado, a través de la investigación. Es un modelo inédito en nuestro medio
-Haber contribuido a la gestación de una iniciativa que tiene la posibilidad constante de depurarse
- El que nos hallemos dentro de una organización que se concibe como una bisagra entre la Universidad y los sectores cercanos que le dan sentido y razón de ser. Se trata de una metáfora rica y productiva.



Desde un plano más íntimo y personal, hoy día se ha revitalizado una idea dentro del mundo de la psicología que siempre consideré como reflejo de una verdad incuestionable. Los que nos dedicamos a esta clase de profesiones solemos provenir de  historias que incluyen experiencias bastante dolorosas y, a través de nuestro involucramiento sistemático con la ayuda al otro, procuramos restañar heridas y sublimar insatisfacciones y consecuencias que derivan de tales antecedentes. En la actualidad, esto se llama de forma convencional la hipótesis del “sanador herido”. No creo que la palabra sanador corresponde a cómo me vería, pero la de herido sí. En todo caso, la potencialidad implícita en el hecho de colaborar para que otros mitiguen su dolor, crece exponencialmente cuando te comprometes con iniciativas de carácter colectivo, como es una unidad de psicología.

–– ¿Qué diferencia al Parque Social de otros lugares?

––La libertad para producir. Hay pocos condicionamientos y limitaciones a la creatividad. Luego, la integración de múltiples servicios que aspiran a tener una sólida base académica y profesional

––Describe al Parque Social en una frase

––La consolidación de una idea: salir de una lógica puramente académica –o academicista-, cuando distintas áreas del conocimiento y de la formación universitaria confrontan sus posturas con la realidad y, a partir de allí, demostrar que esa base, esa impronta académica, funciona como terreno sólido para delinear y estructurar la cualidad de los servicios que se prestan. Resulta claro que, luego, esta confrontación con la realidad termina por alimentar y mejorar el conocimiento impartido en la universidad.

–– ¿Cómo te gustaría ver al Parque Social en un futuro?

- Como una entidad con menos limitaciones económicas
- Con mayor integración aún de estudiantes y trabajo de investigación
- Con la posibilidad de llegar a los más desasistidos, dentro de los desasistidos
- Esperaría que se sumen al Parque nuevas áreas, otras escuelas, cuyo aporte sería muy significativo
- Considero necesario fortalecer la interrelación entre las diferentes áreas del Parque
- También difundir y, en especial, publicar con más empeño nuestros aportes

–– ¿Qué hace de tus días algo diferente? Familia, distracciones, etc. 

––Interpreto la pregunta como aquello que completa mi felicidad. Sin duda alguna, la vida familiar que, además de mi esposa, incluye a mis dos hijos. Los tres son fuente de satisfacción, sorpresa, retos, autoexigencia y respeto por las diferencias. Considero que mucho de eso constituye el amor.

Este recuerdo escondido entre tantos,  me acaba de traer a la cabeza algo que cada día valoro más y que suele brindarme momentos gratos es el silencio. Con el paso del tiempo, valoro los instantes en los cuales el silencio acorrala a la palabrería intrascendentey al ruido voraz. Permiten el recogimiento y la posibilidad de reflexionar.

Luego soy lector (como quizá todo lector, uno que desearía leer más y mejor) y melómano empedernido. La música es una presencia inevitable, fraterna y acogedora.

––Cuéntanos alguna anécdota en el Parque

Cuando el Parque recién iniciaba labores, me encontraba un mediodía  parado en medio del estacionamiento  junto al padre Azagra.  Dentro de varias cosas, le comenté lo solo que se veía el panorama. Me dijo con certeza prístina: “espera unos pocos años; esto no se dará abasto”. Hoy miro las señales de “No pare” en fondo amarillo y los múltiples conos que intentan ordenar los estacionamientos y recuerdo ese breve diálogo (“paradojas de la masificación”).




Entrevista y fotografías: María Fernanda Mujica Ricardo

No hay comentarios: