Tiene un rostro sonriente, y mientras más lo hace, más
pequeñitos se le ponen los ojos. Posee un trato suave para todos los que
acudimos al Laboratorio de Santa Inés. Y cuando no está en sus horas laborales
comparte una sabrosa conversación con sus compañeros en la llamada placita o el
club, después de almuerzo y en esas horas que aún muchos salen a respirar unas
bocanadas o a tomar la merienda.
Haydée Torres tiene seis años trabajando en Santa Inés,
mientras responde se ríe, y eso es bueno y contagiante. A su vez, saborea un
chicle.
––Describe su labor sin parar. “Llego a las 7 de la mañana para facturar los exámenes y
atiendo a los pacientes hasta las 10 AM, después de esa hora empiezo a entregar
los resultados. También preparo los informes mensuales del laboratorio y de los
pacientes que vienen por el Seguro Mercantil y por convenio”, responde Haydée.
–– ¿Qué te inspira trabajar aquí?
––Muchas cosas: los compañeros, los mismos pacientes, la
cordialidad, el buen trato. “Todo se hace humanamente”.
–– ¿Y qué diferencia al Centro de Salud Santa Inés de otros
ambientes laborales?
––El trato, el compañerismo, el querer ayudar a las personas,
la paciencia.
–– ¿Y tienes siempre paciencia?
––Mayormente sí-dice, y vuelve a reír.
––Describe a Santa Inés en una frase.
––Unión.
–– ¿Cómo deseas verlo en el futuro?
––Más grande y con más servicios, pero de resto igual.
–– ¿Qué haces cuando no estás en Santa Inés?
––Estoy en casa con mi esposo y mis hijos. Tengo un varón de
4 años y la niña tiene 6; y con ellos, todos los días, hay algo diferente.
–– ¿Qué te gusta hacer en tus ratos de esparcimiento?
––Compartir con mi familia es lo que más me gusta. Nos
encanta salir a pasear los fines de semana siempre que podemos; a veces las
actividades especiales de los niños nos ocupan los sábados.
––Puedes contarnos alguna anécdota que te haya sucedido en tu
trabajo.
–– (Vuelve a reírse y dice que sí y fue con Pari). Resulta
que la licenciada Ovilia (la jefa) estaba en un congreso y la hermana Pari vio que había mucha gente y los pacientes estaban parados dentro del laboratorio;
entonces trancó la puerta con seguro y dijo que sólo podían estar adentro los
que pudieran estar sentados. Como lo hizo fue especial.
Así termina esta entrevista porque su esposo la esperaba en la estación del Metro de Antímano pues ya había pasado la hora de salida.
Así termina esta entrevista porque su esposo la esperaba en la estación del Metro de Antímano pues ya había pasado la hora de salida.
Texto: María Fernanda
Mujica
Fotos: Ana Gabriela
Páez
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