Dagoberto
Santos Paulino define su cargo como ambiguo porque no define las variadas funciones que ejerce. Es ayudante de
Proyección y Relaciones Comunitarias del Parque Social UCAB, desde hace ocho
años, y asegura hacer todo lo que puede. Es una persona alegre, sonriente y
siempre está dispuesta a colaborar.
Siempre adelante
Nació
en la República Dominicana y llegó a Venezuela a los 15 años junto con su
familia. Sus padres estaban buscando lo que él denomina como Juan Luis Guerra
“visa para un sueño”, que se resume en mejores condiciones de vida.
Es
un luchador innato, pues desde los ocho años está trabajando; cuando era niño comenzó
lustrando zapatos en su país natal. Una vez establecido en Venezuela laboró como
personal de mantenimiento en un bar, después fue costurero, luego bedel del
Centro Comercial La Boyera y antes de ingresar a la UCAB en 1990,
simultáneamente “mataba tigres” en una agencia de festejos, cuidaba una casa y era
guachimán-donde dormía- en un depósito.
Recuerda
los meses en que se rebuscaba la vida con dos empleos y los contratos como
mesonero “difíciles”, pues muchas veces ni dormía. Después, la agencia de
festejos quebró y los propietarios de la residencia se mudaron a Turmero.
Dagoberto que ni sabía dónde quedaba, decidió quedarse desempleado, pero en Caracas.
Era
voluntario en la Parroquia La Pradera en la Vega; allí impartía clases de
catequesis y tenía la idea de formar un grupo juvenil que sirviera a la
comunidad. En la parroquia tenía a un conocido que trabajaba en la Universidad
Católica, aunque Dagoberto no tenía ni idea cómo era esta casa de estudios, le
pidió el favor al compañero de La Pradera para que lo ayudara a encontrar trabajo.
Él le facilitó una planilla de solicitud de empleo y como nunca había llenado
una, recuerda haberla rellenado “desastrosamente”, pero comenta que “la ignorancia es atrevida”. Aún así, su
amigo de la Parroquia le consiguió la entrevista y ese mismo 14 de febrero de
1990 ingresó como empleado en el campus. La persona que le había “echado una
mano” era para ese entonces, el vicerrector de la UCAB, Luis Ugalde. Empezó
como Técnico de laboratorio, acondicionó también el Laboratorio de Hidráulica
en los que un espacio ocioso se transformó en varios salones de clase. Una vez finalizada
la primera tarea, envió una carta a Personal donde decía “que cobraba sin
trabajar”, y es así como lo asignan al Laboratorio de Materiales III. Concluida
donde se repite el mismo trabajo con el mismo final, y entonces lo transfieren
a el depósito de Laboratorios donde coordina el suministro de materiales de
oficina y de limpieza y se ocupa de la compra de los reactivos y equipos del funcionamiento.
La coordinación de Laboratorios fue cerrada y a Dagoberto lo envían al Parque
Social como ayudante de Proyección a la Comunidad.
El mejor ambiente
Para
él, la universidad es como una familia real, donde hay padres, madres, amigos e
hijos. Admite que le gustaría que mucha más gente pudiera decir como él:
“gracias a Dios y a la UCAB”, porque por su estabilidad logró sacar adelante a su familia.
A
Santos le encanta la naturaleza y el trabajar en estos espacios abiertos rodeados
de árboles lo considera “una bendición”. Compara al Parque con esas familias
buenas que hay en todos los barrios, y a la que los demás vecinos quieren
visitar. “En el Parque hay servicios de salud, de psicología, jurídicos y comunitarios,
etc. Es el enlace de la Universidad con las comunidades y para un futuro, me gustaría
poder acompañar a los grupos que suben a las zonas donde se proyecta Relaciones
Comunitarias; es un deseo que tengo desde hace varios años porque siempre
quiero hacer más, mejor y variadas cosas”.
Afirma
no desear transformar al Parque sino le agregaría servicios. Como ejemplo, tener
un resonador magnético en Santa Inés y construir unas canchas múltiples para ofrecerlas
a la comunidad. Para él “todo es posible”.
Cuando
baja el sol, Dagoberto riega las matas de rosa pues le gustan y por eso
colabora con los jardineros en su cuido. Estos rosales son famosos aquí y en el
campus universitario; muchos piden flores para regalárselas a la novia o a la
mamá, otros, simplemente las roban o agarran tallos para sembrar un rosal en su
jardín.
Es
padre 24 horas e hijo 25 horas al día. Aprovecha al máximo el tiempo libre con
sus hijos y admite que le gusta bailar y disfrutar de un trago de manera
comedida. Forma parte de una familia de catequistas misioneros. La muy conocida
frase de San Ignacio de Loyola la ha convertido en su premisa de vida: “En todo
amar y servir”.
Entrevista: América
Cañizález
Fotos: Ana Gabriela Páez y
América Cañizalez.
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