viernes, 22 de mayo de 2015

Un cuidador de rosas que desea acompañar a las comunidades



Dagoberto Santos Paulino define su cargo como ambiguo porque no define las variadas funciones que ejerce. Es ayudante de Proyección y Relaciones Comunitarias del Parque Social UCAB, desde hace ocho años, y asegura hacer todo lo que puede. Es una persona alegre, sonriente y siempre está dispuesta a colaborar.

Siempre adelante
Nació en la República Dominicana y llegó a Venezuela a los 15 años junto con su familia. Sus padres estaban buscando lo que él denomina como Juan Luis Guerra “visa para un sueño”, que se resume en mejores condiciones de vida.

Es un luchador innato, pues desde los ocho años está trabajando; cuando era niño comenzó lustrando zapatos en su país natal. Una vez establecido en Venezuela laboró como personal de mantenimiento en un bar, después fue costurero, luego bedel del Centro Comercial La Boyera y antes de ingresar a la UCAB en 1990, simultáneamente “mataba tigres” en una agencia de festejos, cuidaba una casa y era guachimán-donde dormía- en un depósito.

Recuerda los meses en que se rebuscaba la vida con dos empleos y los contratos como mesonero “difíciles”, pues muchas veces ni dormía. Después, la agencia de festejos quebró y los propietarios de la residencia se mudaron a Turmero. Dagoberto que ni sabía dónde quedaba, decidió quedarse desempleado, pero en Caracas.

Era voluntario en la Parroquia La Pradera en la Vega; allí impartía clases de catequesis y tenía la idea de formar un grupo juvenil que sirviera a la comunidad. En la parroquia tenía a un conocido que trabajaba en la Universidad Católica, aunque Dagoberto no tenía ni idea cómo era esta casa de estudios, le pidió el favor al compañero de La Pradera para que lo ayudara a encontrar trabajo. Él le facilitó una planilla de solicitud de empleo y como nunca había llenado una, recuerda haberla rellenado “desastrosamente”, pero comenta  que “la ignorancia es atrevida”. Aún así, su amigo de la Parroquia le consiguió la entrevista y ese mismo 14 de febrero de 1990 ingresó como empleado en el campus. La persona que le había “echado una mano” era para ese entonces, el vicerrector de la UCAB, Luis Ugalde. Empezó como Técnico de laboratorio, acondicionó también el Laboratorio de Hidráulica en los que un espacio ocioso se transformó en varios salones de clase. Una vez finalizada la primera tarea, envió una carta a Personal donde decía “que cobraba sin trabajar”, y es así como lo asignan al Laboratorio de Materiales III. Concluida donde se repite el mismo trabajo con el mismo final, y entonces lo transfieren a el depósito de Laboratorios donde coordina el suministro de materiales de oficina y de limpieza y se ocupa de la compra de los reactivos y equipos del funcionamiento. La coordinación de Laboratorios fue cerrada y a Dagoberto lo envían al Parque Social como ayudante de Proyección a la Comunidad.


El mejor ambiente
Para él, la universidad es como una familia real, donde hay padres, madres, amigos e hijos. Admite que le gustaría que mucha más gente pudiera decir como él: “gracias a Dios y a la UCAB”, porque por su estabilidad  logró sacar adelante a su familia.

A Santos le encanta la naturaleza y el trabajar en estos espacios abiertos rodeados de árboles lo considera “una bendición”. Compara al Parque con esas familias buenas que hay en todos los barrios, y a la que los demás vecinos quieren visitar. “En el Parque hay servicios de salud, de psicología, jurídicos y comunitarios, etc. Es el enlace de la Universidad con las comunidades y para un futuro, me gustaría poder acompañar a los grupos que suben a las zonas donde se proyecta Relaciones Comunitarias; es un deseo que tengo desde hace varios años porque siempre quiero hacer más, mejor y variadas cosas”.

Afirma no desear transformar al Parque sino le agregaría servicios. Como ejemplo, tener un resonador magnético en Santa Inés y construir unas canchas múltiples para ofrecerlas a la comunidad. Para él “todo es posible”.
 
Cuando baja el sol, Dagoberto riega las matas de rosa pues le gustan y por eso colabora con los jardineros en su cuido. Estos rosales son famosos aquí y en el campus universitario; muchos piden flores para regalárselas a la novia o a la mamá, otros, simplemente las roban o agarran tallos para sembrar un rosal en su jardín. 


Es padre 24 horas e hijo 25 horas al día. Aprovecha al máximo el tiempo libre con sus hijos y admite que le gusta bailar y disfrutar de un trago de manera comedida. Forma parte de una familia de catequistas misioneros. La muy conocida frase de San Ignacio de Loyola la ha convertido en su premisa de vida: “En todo amar y servir”.

Entrevista: América Cañizález
Fotos: Ana Gabriela Páez y América Cañizalez.



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