miércoles, 19 de noviembre de 2014

Una enfermera sin humanidad es un robot vestido de blanco



A María Evelia Ochoa la encontramos revisando las medicinas para verificar sus  fechas de caducidad en una oficina pequeña en el 3er piso, que es la sede de la Coordinación de Enfermería del Centro de Salud Santa Inés UCAB. Ellas son 21, sumando a las tres higienistas dentales. Las damas de blanco están arriba y abajo atendiendo a los pacientes de Santa Inés. Es una profesión de servicio y así lo entienden ellas. 



Ochoa tiene diez años trabajando en Santa Inés. Llegó dándole respuesta a un aviso de prensa que solicitaba una persona para esta plaza. Venía de haber trabajado diez años en el Centro Médico Docente La Trinidad como coordinadora. En 1993 recibió la licenciatura  en la Universidad de Carabobo. Nació en Miranda, estado Carabobo, ciudad que visita con frecuencia con su única hija de 14 años,  para compartir con su larga y unida  familia. 


Las cualidades de la profesión
“Sin vocación y dedicación no hay Enfermería. Me siento orgullosa de ser egresada de la Carabobo, tuve buenas profesoras que me formaron en todas las especialidades de la profesión: instrumentista, intensivista, cardiovascular, pediatría y emergencias. Y allí uno decide a qué rama dedicarse, pero sin humanidad no hay nada. Eso es lo que hace la diferencia”.  Y continúa hablando la coordinadora de blanco, uniforme que contrasta con su cabello negro, su tez morena y que ilumina su sonrisa impecable: “Preguntarle a un paciente ‘cómo está’, cómo se siente’, mirarlo a los ojos, es primordial pues si no cultivamos la calidad humana podemos terminar como un robot vestido de blanco”.

En la coordinación se planifican las actividades de cada uno de los servicios médicos: “En cada consultorio debe haber lo necesario en medicamentos, instrumentos, papelería y todo tipo de insumos. Comunico a Betzabeth Requena en Administración los materiales que se necesitan y con la hermana Guadalupe en el depósito. Hoy la situación es preocupante por la escasez que existe en el mercado de los productos médicos, y muchas veces, tenemos que recurrir a proveedores pequeños para conseguir solución fisiológica, por ejemplo. ‘La cosa no está fácil’”, enfatiza con sus ojos expresivos.


––Tengo relación con la comunidad que acude a Santa Inés. Yo no estoy siempre en la oficina, al contrario, camino por las diferentes unidades y pasillos y observo a la gente para ver su condición de salud. También me toca suplir a alguna compañera que falta en algún servicio. Últimamente más por las enfermedades como el dengue y el chikungunya que les obliga a guardar reposo. 

A Ochoa le gusta todo lo que hace una enfermera. Expresa que el equipo de Santa Inés es único  porque no está sectorizado entre médicos por un lado, enfermeras por otro y técnicos en otra barra. “Aquí somos un solo equipo que nos ha tocado vivir situaciones difíciles y  también con feliz final para el paciente”.

Recuerda que cuando el doctor Carlos Eduardo Paradisi la entrevistó para el cargo, le preguntó cuánto tiempo pensaba quedarse, y ahora “Estoy amarrada a este lugar porque a medida que recíprocamente nos encariñamos con el trabajo, continuamos”. Dice que está unida por la labor social que se practica en el Centro, donde al paciente se le trata como un ser humano, mientras que en otros lugares se le ve como un cliente para ganar dinero. “Nuestra misión no se debe nunca perder. Cada día estoy más amarrada y más feliz cuando veo que un enfermo sale contento y nos imparte bendiciones; esas son ganancias para el alma, y por eso al día siguiente me pongo orgullosa mi uniforme”. 


–– ¿Entonces, qué es para ti Santa Inés y cómo lo quieres ver en el futuro?

––Es el segundo hogar de mi hija María Gabriela y mío. Ella viene desde los cuatro años. Y diría que para la comunidad es un bastón donde apoyarse. Desde el que puede costear su consulta y exámenes hasta el que recurre a la ayuda de Amigo Solidario de Santa Inés y del Fondo Solidario de Avessoc.

Deseo que el Centro crezca y que pueda ofrecer más estudios de diagnóstico que complementen a ciertas especialidades de la que se sirva la comunidad. Hoy la situación es muy difícil y cuesta pagar estudios de diagnóstico indispensables.  También quisiera que se copiara el modelo en Ciudad Guayana desde donde nos llegan pacientes. Por ejemplo, hay una religiosa que viene anualmente a realizarse sus exámenes. Trabaja en la frontera con Brasil y uno de sus pasos para llegar a Caracas, es  navegar en chalana.

La coordinadora de enfermeras también es usuaria del Parque Social. Acude con su hija adolescente  a la Unidad de Psicología y a las dos las ha beneficiado. 

Pero no es solo trabajar en salud. Le gusta leer novelas de terror, románticas y cuentos infantiles; escuchar música; ver televisión e ir al cine. Pero lo que más disfruta es ir a su tierra en Carabobo a compartir con sus hermanos y sobrinos. Juntos organizan la Navidad y todos las temporadas libres. En familia cocinan, echan chistes y se apoyan en los momentos que toca.



Una anécdota nos deja: “Hace 21 días llegó una señora a buscar un resultado de un examen y se descompensó. Por la urgencia, le pedimos a la doctora Luz Antolini que la atendiera. La paciente no tenía dinero para realizarse los estudios indicados y fue beneficiada por los fondos der Amigo Solidario. Al despedirse nos bendijo con lágrimas en los ojos. Estaba muy agradecida de recibir tanto sin que nadie le pidiera algo a cambio”.

Entrevista: María Fernanda Mujica Ricardo
Fotos: Ana Gabriela Páez Linares
 

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