William Bonilla no distingue la
medicina pública de la privada. No lo dice por decirlo, lo hace.
Desde pequeño
a uno le enseñan del peligro de exponerse a los Rayos X, pero toparse con un
técnico profesional que explique su oficio y se sienta muy orgulloso de su
trabajo es satisfactorio.
Nuestro
personaje fundador del Centro de Salud Santa Inés UCAB estuvo desde los inicios
en la puesta en marcha del servicio de imágenes. Se enteró del proyecto del
centro gracias a los médicos José Ramón Noguera e Irma Guerrero, el primero radiólogo
y la segunda radiólogo y neumonólogo que trabaja también en Santa Inés. Estos
médicos fueron los asesores de la estructura y el ambiente de un área tan
especializada como son las imágenes.
“Traje el currículo,
presenté los exámenes y afortunadamente ingresé en septiembre de 1999. Mi
esposa estaba embarazada y dio a luz nuestra tercera y última hija en diciembre.
Yo digo que ella creció junto a Santa Inés: gateó, le salieron los dientes y
ya, tanto ella como el Centro caminan solos”.
William es
expresivo. Ama a su familia y dice que gracias a su trabajo la pudo levantar.
“Primero me gradué yo, y luego lo hizo mi esposa quien también es TSU en
Radiología egresada del Hospital Universitario de Caracas. Repetí el ejemplo de
mi padre que era profesor cuando se casó con mi madre, allá en San Cristóbal, y
como le llevaba 30 años le dijo que debía estudiar pues lo más lógico era que
él muriera primero. Y así fue, pues gracias a la labor de mi mamá como maestra
en Barrancas-Barinas pudo criarnos sola a nueve hermanos en total. Éramos once
pero se murieron dos pequeños. Mi papá había sido seminarista, antes de
casarse”.
Sus hijas se
llaman Orwimar Victoria (la pequeña), Marjorie que es ingeniero de sistemas y
Wendy también TSU, pero en cardiopulmonar, de la UCV.
–– ¿Cuéntanos como es tu trabajo?
––Esta labor
es movida a la cual hay que entregarse porque la información del diagnóstico
servirá de apoyo para precisar una enfermedad que puede estar comenzando, o
aclarar si es un simple dolor por angustia. Esto implica mucho compromiso y
responsabilidad ya que cualquier error puede desencadenar un pronóstico
impredecible. Hay personas que llegan con mucha molestia y lo que necesitan es
que al tomarle la placa también se les oiga pues están tristes y aprehensivas,
y al calmarse el estado de ánimo les cambia y quieren brindarle a uno un café o
una galleta, y otros hasta dar dinero. Y hay que cuidarse de eso. Hay gente que
cree que el agradecimiento es dar plata y para eso cancelan el servicio.
Cada día que
vengo a la Católica me siento alegre porque el ambiente en el Parque Social y
en Santa Inés es agradable pues la gente lo es. Entonces, no siento la presión
que puede haber en Tomografía porque el medio es suave y la mañana se me pasa
como un suspiro.
Yo he tenido
mucha suerte porque profesionalmente tuve la oportunidad de iniciarme con el
primer tomógrafo. Los actuales son más sofisticados y he tenido que estudiar
constantemente. En el servicio, el equipo rota por todas las áreas para
aprender, a excepción del mamógrafo porque allí los técnicos son mujeres.
--¿Tomas tus previsiones?
––Ante todo evito
hacer repeticiones, cargo el dosímetro (plaquita que mide la intensidad de los
rayos que se porta fuera de la bata) y éste alerta sobre una posible fuga de
radiación. Hay que estar pendiente. No uso peto o chaleco porque no estoy
directamente expuesto al haz de radiación. En quirófano sí tienen que
utilizarlo los médicos radiólogos, los anestesiólogos y todos los que trabajan
en espacios libres donde existe mayor exposición a las radiaciones porque no
existen barreras.
En los
inicios de Santa Inés realicé pruebas de radiación en el ambiente. Estas áreas
se protegen con plomo, las paredes son más gruesas y existen las pinturas
especiales.
Es agradable
conversar con un ser humano que le gusta lo que hace, donde lo hace y aprecia a
sus compañeros. Como su hija quiere estudiar en la UCAB, tiene la ilusión de
seguirla viendo crecer al igual que Santa Inés. A su niña, profesionalmente y
al Centro, aún más consolidado en las áreas de atención y de consultas.Dice que le
inspira el espacio del Parque, sus colegas y los jefes. La amistad con la
gerencia les ha permitido establecer un diálogo y no una mera relación patrón y
trabajador. Si surgen dificultades se aceptan sugerencias de los dos lados.
–– ¿Cómo te gustaría ver al Centro de Salud Santa Inés en el futuro?
--Sin perder
la vista el deseo del doctor Simón Planas (el creador de la Fundación Inés de
Planas que dio base al proyecto), desearía ver esto hecho un hospital con todos
sus servicios, trabajando las 24 horas, con pasantes en el área de la medicina.
William es
pequeño, delgado y muy canoso. Todas las tardes, esa figura menuda se traslada
al Instituto Oncológico Luis Razetti en Cotiza donde lleva 26 años en
ejercicio. Le preguntamos si allí su labor es más dura y contesta: “Por el solo
hecho de estar presente la palabra cáncer es más fuerte. Allá somos psicólogos,
hermanos, padres. Todo el mundo quiere ser escuchado y eso me ha ayudado mucho
en mi carrera y así actúo también Santa Inés. Por eso es que yo no distingo la
medicina pública de la privada. No lo digo por decirlo, lo hago. La
radioterapia es muy humana, pero no todos sirven para esto. A mí me gustó por
carambola. Yo estudiaba medicina y me era muy duro ser esposo, padre y
estudiante a la vez. Me cambié a radiología y sin saberlo fue lo mejor que pude
hacer. Me siento agradado con mi carrera y consolidado. Me dio base para
sostener a mi familia y hasta para ayudar a otros familiares. No me arrepiento”,
finaliza con el tema de su ocupación.
–– ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
––Me encanta
la playa, compartir con mi familia y mis amigos. Cocinarles pescado frito y
sancochos y manejar para conocer nuevos lugares.
–– ¿Nos cuentas alguna anécdota?
––Como ya
dije, quedamos huérfanos pequeños. Mi hermano mayor tenía 9 años y yo 3. A mi
mamá la trasladaron de San Cristóbal a Barinas con un cargo de maestra. Y a
pesar de tener 9 hijos también se llevaba a comer a la casa a sus alumnos más
pobres. Nos educó y jamás nos pegó y todos obtuvimos un título. Esa era mi
madre, que ahora se pasa temporadas con cada uno de sus hijos”.
Texto: María Fernanda Mujica Ricardo
Fotos: Ana Gabriela Páez Linares.
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